CAPÍTULO VII
Por una geopolítica del
siglo XXI :
semillas de
esperanza
¿
Y ahora ? La alternativa a la mundialización.
Estas
páginas no son un libro.
Son una
declaración de guerra a los “ordenántropos”.
El
ordenántropo (pulula por todas partes en nuestros días) es un ser prehistórico,
prehumano, que ve en el ordenador una especie de « inteligencia artificial », que le daría un sentido y un
objetivo a su vida y no una máquina maravillosa, que simplemente, es capaz de
entregarnos los medios para construir o destruir el mundo.
Si el
siglo XXI sigue por este camino, si sigue conducido en la senda del siglo XX
(el más sangriento de la historia) por ciegos todopoderosos, no durará cien
años, y en ese caso, estaríamos asesinando a nuestros nietos.
Entonces, ¿por qué hablar de Dios ?
Justamente
para reagrupar -a veces desordenadamente- algunas semillas que nos ayuden a
reflexionar. Semillas nacidas de la experiencia desgraciada de un siglo
maldito, para ayudar a aquellos que no quieren ser los hombres del fin de los
tiempos, aquellos que piensan que es posible y que podemos vivir de otra manera.
Sembramos
semillas de porvenir.
Para vivir de otro modo.
Para
vivir.
***
¡ No!
El porvenir no fue escrito de antemano en Asia (ni en otra región) por los
« play-boys de las business schools ». Los esquemas históricos concebidos por y para
Europa -la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo, el socialismo- fueron aplicados a los países asiáticos, en
circunstancias que esa región del mundo conoció durante milenios otros tipos de
organización socioeconómica. Carlos Marx, no construyó una « filosofía de la historia »
compuesta por etapas rígidas, inevitables y válidas en todo tiempo y lugar. En
« La Ideología Alemana », ya señalaba que esta sucesión de regímenes
históricos era válida a lo más, en los países mediterráneos y que se aplicaba difícilmente
en los países germánicos y nórdicos. Más tarde, aun si la historia de los
pueblos fuera de Europa le era mal conocida, enunció la hipótesis del
« modo de producción asiático », que no entraba en el marco del
esquema dogmático. En 1931, los teóricos sectarios de la Unión Soviética,
excluyeron a esta categoría. Incluso en 1962, le reprocharon al Centro de
Estudios e Investigaciones Marxistas, que yo dirigía por entonces en París, de
haber incitado a especialistas como Godelier, Chesneaux y Suret-Canale, a
profundizar su estudio.
Incluso
en nuestros días, la mayor parte de los profesores occidentales no pueden
escapar al etnocentrismo y confunden el sistema de castas hindú, con lo que fue
la esclavitud occidental o el feudalismo chino.
Para
comprender el mundo de hoy, es necesario más que nunca estudiar la
especificidad de los modos de desarrollo de los países no occidentales. Por
ejemplo, el régimen soviético confiscó las tierras a los latifundistas,
mientras que en el Japón de los « Meiji », se había procedido de otra
manera, transformando en menos de un siglo a los señores feudales en
propietarios de industrias, sobre la base de estructuras muy diferentes en lo
relativo a las relaciones que tenían con la mano de obra industrial utilizada.
Hoy
sería en muchos casos muy difícil clasificar automáticamente a tal o cual país
asiático como capitalista o socialista. Varios de ellos de poca importancia,
han llegado a ser apéndices subordinados de los grandes países capitalistas
europeos o de los EEUU. Pero para aquellos cuya extensión territorial o su
potencia creativa les ha permitido -a pesar de los años de presencia colonial-
una evolución relativamente autónoma, el análisis debe ser más prudente, y a
una escala diferente ; es el caso de China, Irán, Japón, India, Malasia y
otros.
Los
proyectos de China e Irán, representan una alternativa real a la « mundialización », a la hegemonía
del capitalismo más brutal : el de
los EEUU.
Cierto,
han logrado reagrupar a otros países en pos de esta empresa de alcance mundial
-que pretende ayudar al salvataje del futuro de la tierra y de la humanidad-,
pero todavía subsisten entre algunas grandes naciones, transformaciones
inciertas y equilibrios inestables, por lo cual nos sería difícil definir desde
ahora su destino o decisión final. Fuera de la inmensa Rusia -cuyo porvenir
nadie puede predecir con certeza- esbozaremos algunas hipótesis de trabajo
sobre los países asiáticos que están hoy en día en plena mutación. Occidente se
adueñó durante siglos de su futuro, mediante la guerra del opio en China, el diktat del comodoro Perry en Japón, la
colonización directa llevada a cabo por Francia en Indochina y de Holanda en
Indonesia. En nuestros días, dichos países buscan un futuro propio, con la
prolongación de su historia y cultura milenarias, capaces de integrar lo que en
las técnicas de Occidente, puede ayudar a la realización del hombre y no a su
destrucción.
Un
retorno puro y simple al pasado so pretexto de mantener intacta sus identidades
es una tentativa absurda de algunos integristas, quienes rechazan
sistemáticamente todo lo que en la técnica de Occidente ha contribuido a
ampliar las posibilidades del hombre.
De
igual modo que es no sólo absurdo, sino criminal, tomar la tendencia inversa,
esto es, confundir modernización con occidentalización y acceptar la invasión
de Coca Cola o de la violencia de las películas de Hollywood, en detrimento de
los zumos de fruta nacionales; las gesticulaciones a veces sangrientas en los Night Clubs, en lugar de las epopeyas de
Ramayana, de las danzas litúrgicas de Balí, las pinturas Song y las películas
de Kurosawa o Misoguchi.
La
implosión de la esperanza socialista en la URSS, o el fracaso de aventuras
financieras en pequeños países
contaminados por un purulento Occidente norteamericanizado, han provocado una
inmensa desilusión.
Las
dudas actuales y las alternancias en la dominación política -en Japón e India y
también en Malasia- son crisis de orientación en las que se juega el porvenir
del mundo. La balanza se inclinará por la imitación de las enfermedades de un
Occidente norteamericanizado, o se encontrará un punto de equilibrio, donde los
« valores asiáticos »
fundamentales,
-tradiciones
brahamánicas, valores caballerescos del Japón antiguo y la sabiduría budista-
sabrán integrar y controlar el poderío de la técnica, poniéndola al servicio de
todos.
El
cuestionamiento del « modelo occidental », que otorga al mercado el
papel de regulador de las relaciones personales o sociales, causa en Asia la
muerte de miles de personas debido al hambre y desnutrición. El desempleo y la
exclusión, que aumentan incluso en
Europa, muestran que las catástrofes que se han producido desde 1997 en ciertos
países de Asia -« los dragones »-, no es una simple « crisis asiática », sino que
se trata de una crisis del capitalismo a
nivel mundial, que involucra a América del Norte, del « ALENA » -acuerdo de miseria y
servidumbre entre los EEUU, México y Canadá-, a Europa, incapaz de forjar una
verdadera unidad, como no sea aquella del mercado único y sus competencias
salvajes, donde el dólar ejerce una tutela sin contrapeso sobre el
« euro ».
India
vivió siglos sometida económica, política y militarmente, con su secuela de
hambrunas y divisiones entre musulmanes y hinduístas, sabiamente alentadas por
el ocupante con el fin de dividir para reinar.
Vietnam
sufrió la desvergonzada explotación del colonialismo francés, luego, el napalm
norteamericano. Ese es el doble rostro de Occidente en Asia.
El
ejemplo de Japón es característico. Durante largo tiempo trató de mantener sus
tres tesoros : el empleo de por vida, el salario indexado a la antigüedad
en el trabajo y el sindicato de empresa, mediante el desarrollo aplastante del
dogma liberal de la « flexibilidad »,
es decir, la « productividad »
como en los EEUU, donde el obrero es un objeto desechable o comprable en
condiciones siempre más precarias, según las necesidades de la empresa.
Hoy
está claro que la crisis de 1997, no fue una crisis « asiática » que
golpeó en primer lugar a las empresas occidentales instaladas en Asia, para
luego producir un naufragio general, cuando las inversiones escasearon. Hasta
ese momento el FMI y el Banco Mundial trataban de colmatar las fisuras mediante
préstamos ligados a una sumisión política rigurosa, como en México, donde se
aplica estrictamente el « libre intercambio » entre socios
desiguales, que permite a los tiburones, engullir « libremente » a los peces más pequeños.
Las
ideologías occidentales del fin del mundo se disipan hoy, incluso en los países
que fueron su mantillo mortal, como se disipa la bruma de los bajos fondos
cuando los primeros rayos del sol iluminan las cimas, aquellas desde las cuales
se llama al hombre a cumplir con su destino : el de la unidad divina del mundo.
***
Las soluciones concretas
En esta
etapa, donde podemos hacer un balance provisorio sobre el fracaso mortal que se
perfila en el horizonte del planeta, tenemos que interrogarnos acerca de las responsabilidades que incumben por este
naufragio.
El
fracaso se debe a la gestión desastrosa desarrollada por los mecanismos ciegos
del mercado, cuyos mandos supremos están en las manos de un puñado de
tiburones.
Nos
queda poco tiempo para poder fijar claramente nuestro objetivo y esbozar los medios de alcanzarlos.
De los
que se trata en primer lugar es de evitar el naufragio del navío Tierra.
***
Las
soluciones « con rostro humano » son bastante evidentes. Mientras el
sistema admita que unos sigan siendo insolventes en el mercado del consumo y otros inútiles en el mercado del trabajo,
seguirán existiendo cuarenta y cuatro millones de parados del mundo occidental
(sin contar a los excluídos) y millones de muertos de hambre en el Tercer
Mundo.
Para
combatir este estado de cosas no se pueden emplear métodos basados en la
violencia física o en la anestesia moral, propios de los que pudrieron el siglo
precedente.
Se
trata de paralizar sin violencia esta obra de desintegración, apuntando al
corazón de su actividad : el
mercado.
A pesar
de las bravatas de Clinton sobre la « prosperidad
norteamericana » -sanguijuela todopoderosa de la vida de los pueblos, de
sus economías y culturas- no puede esconder que es el país más endeudado y con
la balanza más deficitaria del mundo.
Las
estadísticas oficiales de los EEUU (Nipa, National incomes and product
accounts), revelan realmente cual es el endeudamiento total de los EEUU y el
déficit de la balanza comercial norteamericana.
Endeudamiento :
4
000 millones de dólares en 1980.
14 000
millones de dólares en 1990.
26 000
millones de dólares en 2000.
El déficit de la balanza comercial :
El déficit de la balanza comercial :
150 000
millones de dólares en 1995.
250 000
millones de dólares en 1999.
450 000
millones de dólares en 2000.
Estas
cifras oficiales atestiguan que existe un gasto estatal desenfrenado
(armamentos y ayudas a sus cómplices, en particular a Israel y Egipto) y un
crecimiento constante de la deuda privada debido a la utilización demencial del
crédito.
Es al
punto central - el más débil del sistema- al que hay que atacar.
La
economía norteamericana no soportaría la pérdida de uno o dos mil millones de
sus clientes, sobre todo en los sectores más sensibles : la industria del
armamento, el cine, la informática, las cadenas de productos
« alimenticios », como Coca Cola o Mac Donalds.
Un
boicot internacional podría bloquear la máquina infernal. Los pueblos deben
saber que cada vez que sus dirigentes compran aviones u otro tipo de armas a
EEUU, se trata de traidores a los que hay que expulsar, sea éste un
« príncipe » o un dirigente « electo » ; cada vez que
un gobernante se niega a prohibir la compra de tales productos, quiere decir
que a la cabeza de tal gobierno hay un lacayo y un cómplice de dichos asesinos.
Por
supuesto que la responsabilidad individual de cada uno está comprometida, con
los riesgos que ello comporta : no será la papeleta de voto la que
solucionará el problema. En las llamadas « democracias
occidentales », no es sólo la falsificación de los resultados proclamados,
el principal fraude. A veces, el número de abstenciones sobrepasa el 50%,
puesto que los electores tienen el sentimiento de la inutilidad profunda de
este acto. Por ejemplo, en Francia, el 70% de las decisiones políticas capitales
no se toman en el Parlamento sino en Bruselas, es decir, en Washington. En
estos momentos, en lo fundamental, no son los estados, sino es el mercado, quien decide. Los llamados « jefes de
estado » o « jefes de gobierno », son sólo los ejecutores del jefe de orquesta internacional. Las nociones tradicionales y obsoletas
de « derecha e izquierda », han perdido toda significación. Así, el
« laborista » Tony Blair, es el « clon » de Magareth
Thatcher y en realidad, las disputas electorales entre Chirac y Jospin, están
sometidas a las órdenes de EEUU. El canciller « socialista » alemán,
no sueña con otra cosa que ser el primer sirviente en Europa a aplicar la
política atlántica, y todas las fuerzas militares auxiliares -de Iraq a
Somalía, de Bosnia a Kosovo- son « cipayos »
del ejército norteamericano, cuyas victorias después de la humillante derrota
en Vietnam, se reducen a destruir a los pueblos mediante bombardeos a gran
altura y con « cero muerto ».
La
gente debe saber también que a niveles aparentemente menos nocivos, cada vez
que se consume una botella de Coca Cola, se está agregando un eslabón más a la
cadena de servidumbre y se destruye al mismo tiempo, los fundamentos de su
autonomía en detrimento de la fabricación de bebidas locales.
Son
sólo algunos ejemplos entre los cotidianos, de posibles métodos de lucha contra
el sojuzgamiento.
Esta
lucha no puede llevarse a cabo partiendo de « conversiones »
individuales ni de predicaciones morales. Pero es tarea de los intelectuales
analizar y denunciar, sean cuales sean los riesgos -mediáticos, políticos o
judiciales- estas técnicas de avasallamiento.
Es
sobre todo la « sociedad civil », la que debe crear
« contrapoderes », según los ejemplos que nos ha dado el Tercer
Mundo, las « comunidades de base » de la teología de la liberación,
nacida en América Latina. Por ejemplo, las realizaciones de Monseñor Fragoso.
En una de las regiones más pobres de Brasil -el Sertao- logró organizar en
difíciles condiciones (era la época de la dictadura militar) a una parte de la
provincia, gracias al trabajo benévolo de campesinos y trabajadores de todos
los sectores. Esta organización construyó de manera autónoma, caminos, pozos y
escuelas. En Sri Lanka, cristianos y budistas, colaborando fraternalmente,
crearon fuertes lazos de resistencia a la opresión oficial. El sistema de
« bancos » de cooperativas, organizados en los pueblos pobres del
valle del Nilo por Hassan El Banna, antes que fuera asesinado, agrupaba a los
más débiles, para así conformar una verdadera fuerza. También existe la experiencia de los productores de
plátanos de Africa, organizados por Tamba Kunda, que trataron de salir de la
miseria secular.
Cinco
siglos de colonización y medio siglo de devastación provocado por el FMI, no han destruido en el corazón de numerosa
gente, el sentimiento de comunidad y de don de sí mismo, la victoria de Ghandi -a pesar de su martirio
final- es el ejemplo más brillante.
Desde
estas « comunidades de base », fundadas en lo más puro que posee el
hombre, es donde se puede construir un porvenir con rostro humano, en la unidad
de la fe -fe en el hombre o Dios- más allá de las falsas barreras de las
religiones y partidos.
Es un nuevo tejido social el que se está
creando las
condiciones de un nuevo sobresalto, a pesar de las heridas y cicactrices
todavía sangrantes de los últimos siglos.
No es
una tarea fácil ni se puede llevar a cabo rápidamente, pero es necesario
acometarla desde hoy -antes que sea demasiado tarde- si queremos conservar
nuestra dignidad de hombres.
Durante
milenios, con sacrificios, martirios y creaciones, la humanidad fue capaz de
darse un alma.
¿Sabremos
darle un cuerpo ?
¿ Quién
sería el cobarde que aceptaría que los hijos de un siglo moribundo le dijeran
mañana : y tú que has hecho por la
victoria ?
***
La
única solución, es aquella que liga estrechamente dos problemas : el paro y el hambre.
Al
mismo tiempo que los problemas del desempleo y del hambre, esta orientación es
la única que permite entregar una respuesta real a los problemas migratorios.
La
política occidental, debido a la tiranía causada por la deuda y sus intereses,
por el intercambio desigual, y sobre todo, por la voluntad de mantener a las ex
colonias en su condición de apéndices subalternos de un « mercado
mundial » darwiniano -dominado y manipulado por la ley de la jungla, donde
los poderosos devoran a los pequeños-
hace la vida imposible en sus países a la mitad de los habitantes del
planeta. En esta perspectiva, es inevitable que se prosiga e intensifique un
movimiento migratorio, al que no se puede hacer frente mediante la represión y
exclusión.
La
única solución posible pasa por el reequilibrio del planeta. Con un 80% de
carga a babor y sólo un 20% a estribor, el navío Tierra está condenado a
naufragar.
Habiendo
sido identificado el enemigo principal y habiendo establecido claramente cual
es el objetivo, se nos plantea el problema de las alianzas.
Hay que
terminar con la fraseología arcaica que implican las nociones de izquierda y
derecha. Ellas no permiten luchar contra el enemigo principal, ni fijar
nuestros objetivos, puesto que dichos conceptos, nacieron y se desarrollaron,
en otro contexto.
En el
siglo XIX, después de la Revolución Francesa, la noción de
« izquierda » tuvo un contenido histórico muy claro, designando la
lucha de la burguesía esclarecida que quería finalizar la obra de la
Revolución, contra las secuelas del feudalismo y contra una Iglesia que
suministraba justificaciones ideológicas a los elementos conservadores.
Durante
la primera mitad del siglo XX, gracias al ascenso de la clase obrera, la
izquierda fue nuevamente el partido del progreso, contra una burguesía que sólo
buscaba conservar sus privilegios. El socialismo -en todas sus variantes- tenía
un denominador común : crear otro modo de regulación social, que
reemplazara al ciego juego de la ley del mercado, que engendraba insolentes
fortunas, desigualdad y exclusión. Se pensaba que había que equilibrar el
mercado mediante el plan. El estado tenía que salvaguardar la protección social
de las masas, frente al libre juego de las leyes económicas y frente a la
dominación y a la explotación de los amos de la finanza.
Pero
esta distinción entre izquierda y derecha, válida en el marco de la política interna de una nación, no correspondía
a la recomposición de fuerzas y alianzas
que se estableció frente a un intento de dominación exterior. Este intento de dominación estuvo representado por la
tentativa de Hitler. Los acuerdos de München, y sobre todo la ocupación nazi,
pusieron término a esta antigua línea de demarcación. La lucha contra el
ocupante congregó a hombres situados en la derecha -como de Gaulle-, a
católicos que habían roto con la jerarquía colaboracionista y al margen de las
personalidades, a los comunistas.
La
liberación no cambió substancialmente esta recomposición de fuerzas políticas.
Una vez más, el peligro vino de un intento de dominación extranjera, la de los
EEUU, que se habían enriquecido y habían salido más poderosos de esta guerra,
mientras que Europa estaba exsangüe y la Unión Soviética devastada.
Los
partidos reconstituidos bajo viejas etiquetas de izquierda -como el Partido
Socialista- o con viejos líderes católicos no comprometidos con la colaboración
con el ocupante -el M.R.P.-, se coaligaron para eliminar a de Gaulle y luego
excluyeron del gobierno a los ministros comunistas en Francia, Italia y
Bélgica, siguiendo así las órdenes de los EEUU, condición sine qua non para recibir la
ayuda proveniente del Plan Marshall.
Maurice
Thorez señaló que las nociones de derecha e izquierda habían caducado y que
desde ahora la alternativa era : sumisión a los norteamericanos y a su
política, o resistencia a esta regresión social y cultural.
Regresión
social, porque desde la creación del GATT, del FMI y del Banco Mundial -luego
del acuerdo de Bretton Wood, que consagró la hegemonía del dólar- las economías
del mundo capitalista y de sus colonias quedaron encadenadas a los intereses
del crecimiento estadounidense. Nuestra cultura, también quedó supeditaba a su
anticultura. El acto inicial de este abandono, fueron los acuerdos Blum-Byrnes,
relativos a la cinematografía francesa, que han conducido a la actual situación
de invasión cultural, que desde entonces se ha acentuado, en el sentido de la
aceptación cada vez más grande, de la hegemonía norteamericana. Después de la
tentativa independentista de de Gaulle -que ordenó el retiro de las tropas
francesas de la OTAN y el embargo a Israel con ocasión de una de sus
agresiones- tanto los partidos de izquierda como de derecha que se sucedieron
en el gobierno, se han sometido a la voluntad norteamericana.
El
Partido Socialista es a veces, debido a la influencia sionista, mucho más dócil
ante EEUU
-protectores
incondicionales de Israel- sobre todo cuando se trata de oponerse contra un
estado árabe. La guerra colonialista contra Iraq fue un ejemplo.
Pero
nuevas alianzas han comenzado a establecerse entre los que se opusieron al
Tratado de Maastricht.
Lo más
prometedor del resultado del referéndum por la ratificación de este tratado, es
que aunque se trataba de un problema de política
extranjera, la mitad de los franceses comprendió que se jugaba el porvenir
de sus problemas internos, como el
desempleo y la inmigración.
Es
posible entonces demostrar que en un mundo donde ningún problema puede
solucionarse únicamente en el ámbito nacional, la solución de la crisis implica
el establecimiento de un nuevo orden mundial.
El
esfuerzo principal debe hacerse en el plano de la clarificación teórica. Hay
que subrayar que nuestros problemas actuales se plantean de una manera
radicalmente nueva, esto es, a nivel mundial. Y tenemos que explicar cómo en
ese contexto internacional, podemos ejercer cierta influencia sobre los
acontecimientos.
Nuestra
lucha será eficaz únicamente, si logramos crear conciencia entre los franceses,
que lo más urgente para resolver nuestros grandes problemas, es luchar por
nuestra independencia frente a las exigencias norteamericanas.
Una
Europa norteamericanizada y la OTAN, son los instrumentos de una concepción
parasitaria y decadente.
Nuestra
concepción de nación debe ser clara. La noción de nación nació con el
desarrollo del capitalismo, como reivindicación burguesa que apuntaba a
constituir un mercado separado, protegido por un estado y un ejército. Es así
como en el siglo XIX la unidad alemana comenzó con una « Unión
Aduanera » (Zollverein). Y la unidad de Francia se realizó cuando los
monarcas tomaron bajo su cargo la protección de los mercados ante la división
feudal existente. La justificación ideológica de dicho separatismo, provino
entonces de una exhumación « histórica », que quiso hacer creer que
la unidad nacional recientemente formada habían sido prefigurada desde siempre
por la raza, la geografía o la religión.
La
verdad es que en el marco nacional se elaboraron culturas, es decir formas
particulares de vida, relaciones con la naturaleza, la propia comunidad y el porvenir. Un europeo de nuestros días se
empobrecería si Shakeaspeare, Beethoven, Cervantes, Rabelais, Dante o
Dostoiewski le fueran desconocidos. Si se dejara sumergir por la anticultura,
nacida ésta de modas comerciales de un pueblo sin experiencia histórica propia,
como no sea la destrucción de las culturas amerindias mediante la caza al
hombre, tal como lo muestran los « westerns », o por el rechazo del
Renacimiento negro de Harlem de comienzos del siglo XX.
La
pretensión de ser una « vanguardia artística » para justificar la
hegemonía, ha conducido a afirmarse « contra » toda tradición de la
cultura europea, negando las estructuras de todas las creaciones anteriores,
trátese de pintura, música e incluso novela.
La
novedad por la novedad, ha conducido a las peores regresiones, debido al
resurgimiento de un pasado que se ignora y del cual se recuperan sólo sus
desechos.
Esta
anestesia del gusto en todos los terrenos -desde la Coca Cola al vestuario, del
Mac Donalds al rap, tag, a los espectáculos que inducen a la inconsciencia
debido a la saturación agresiva de decibelios, o por el hipnotismo de las
luces- es el mejor caldo de cultivo para la violencia contagiosa de las
películas de Hollywood, o para la penetración de la droga que suscita paraísos
ilusorios.
En el
fértil campo del desempleo, la desigualdad y la exclusión -en un mundo donde la
violencia y la falta de sentido de las relaciones internacionales, inducen a la
violencia y a la carencia de sentido de la vida individual- el desconcierto
cultural de la juventud, es uno de los aspectos más peligrosos de este nuevo
desorden internacional.
Aunque
la empresa sea difícil, la consigna llamando a la ruptura con este desorden
global
-como
el término de una Europa norteamericanizada- debe completarse con un boicot
cultural. Ello exige no ceder y no aceptar demagógicamente estas perversiones
impuestas a la juventud, con el prurito de no ser tildado de anticuado. Este
boicot cultural es por otra parte, indisociable de sus consecuencias
económicas : cada vez que se reduce el mercado norteamericano -bebidas o
películas- se está dando un golpe a los amos del juego, destinado a derribar al
coloso de pies de arcilla.
El
boicot ante este foco mundial de decadencia del capitalismo occidental, debe
tener como corolario, la apertura al Tercer Mundo, es decir, hacia las cuatro
quintas partes del planeta.
No sólo
a sus productos y comercio. También a sus culturas, destruidas por el
colonialismo. Culturas que son otras maneras de concebir y vivir las relaciones
con la naturaleza, con sus semejantes y con el porvenir. Relaciones de respeto
y de pertenencia a ella y no relaciones de propiedad, que nos conducen a su
contaminación y destrucción. Relaciones entre los hombres que no sean de
competencia -que hacen del hombre « el lobo del hombre », en una
sociedad donde el individuo o la nación son considerados como el centro y la
medida de todo- sino de relaciones entre comunidades, sociedades en que, a
diferencia del individualismo, cada miembro de ella se sienta responsable de
todos sus semejantes. Relaciones con el porvenir, que no signifiquen la
extrapolación cualitativa de la voluntad de crecimiento y poderío de individuos
o pueblos, sino el reconocimiento que la vida tiene un sentido, y deberes, que
no se reducen a enfrentamientos disfrazados bajo el ropaje de la defensa del
« derecho ».
Sólo
entonces -gracias a este reconocimiento del otro en su especificidad, del que
no es occidental-, en lugar de pretender que nuestra visión linearia de la
historia, de nuestra concepción occidental del « progreso », que hace
de los logros técnicos un « objetivo en sí », podremos comenzar la
« nueva alianza ». No la « santa alianza » de los
privilegiados, sino una alianza sobre nuevas bases, con mujeres y hombres que
tienen una concepción del mundo completamente diferente de la nuestra.
En el
integrismo colonialista de Occidente -que pretende poseer la verdad absoluta y
quisiera imponérsela al resto del mundo- podríamos reconocer, lo que llamamos
« integrismo » de los otros, una reacción de defensa de su identidad
contra nuestro propio integrismo
-fundamental
y primigenio- puesto que ha negado y destruido desde hace cinco siglos la
identidad de los demás.
Sin
duda que este integrismo es una reacción contra la hegemonía occidental y que a
menudo se trata de revueltas sin destino, pueblos que idealizan etapas de sus
civilizaciones que son anteriores a las
agresiones colonialistas. Su rechazo a Occidente, esencialmente reactivo, no
tiene un proyecto alternativo hacia el porvenir. Los integristas plantean
verdaderas interrogantes, sin aportar respuestas.
Debemos
reconocer cuál es nuestra propia responsabilidad. Nuestra ilusión colonialista
pretende ser el único modelo de civilización válido y sólo le ha dejado a los
colonizados
-mediante
la confusión entre modernización y occidentalización- la disyuntiva entre la
imitación de Occidente o la imitación del pasado.
En este
sentido, teniendo una concepción clara de la solidaridad con el Tercer Mundo,
el mundo obrero puede denunciar y combatir las « deslocalizaciones »,
la emigración de empresas que abandonan los países industrializados, para
implantarse en regiones donde los salarios son inferiores y la protección
social inexistente, agravando así el desempleo de unos y la servidumbre de
otros.
Del
mismo modo, la lucha por seguir manteniendo intactas empresas deficitarias
nefastas (como la industria de armamentos), con el prurito de salvaguardar el
empleo, están destinadas al fracaso.
Estas
empresas deben « reconvertirse », para garantizar su existencia e
incluso, permitir el aumento del empleo, entregando una respuesta real a la
población del Tercer Mundo.
De
manera general, toda crítica al sistema existente debe estar orientada por proposiciones que comporten soluciones alternativas.
Ello supone nuevos mercados (en estrecha contacto con sindicalistas,
cooperativas y comunidades de base del Tercer Mundo), precisando sus
necesidades y los proyectos concretos de
reconversión para responder a esta demanda.
Este
poder de proposición debe corregir en el plano económico la orientación de las
inversiones, y en el plano político, las ayudas y préstamos, beneficiando a
ambos socios.
En
todos los campos, los proyectos humanos deben imponerse ante el abandono y las
derivas, que los ideólogos del capital llaman « leyes económicas », y que supuestamente tendrían el mismo
carácter obligatorio y fatal que las leyes de la naturaleza.
Lo
característico del capitalismo es justamente evacuar la moral en beneficio del
juego ciego de las « leyes del mercado », como si fueran leyes
naturales ineluctables e incluso, « leyes
divinas del mercado », como
lo afirma el norteamericano Luttwak en su libro « El
turbocapitalismo ».
A
diferencia del capitalismo, el socialismo exige desde el inicio una opción moral, como la de Marx en 1843. El
socialismo, es científico en el análisis de las derivas de un mundo alienado y
en la determinación de los medios
para luchar contra dicha alienación.
El
determinismo radical es conservador por definición, ya que postula que el
porvenir está determinado por el pasado.
Al
contrario, el socialismo, fundado en un proyecto humano, postula la posibilidad
de la trascendencia de ese proyecto humano en relación a los determinismos
sectoriales, que dicho proyecto tomará en cuenta como medios para alcanzar sus
fines.
De esta
manera -contra las ideologías burguesas de los siglos XVIII y XIX, que
confiaban en el « progreso » milenario e ineluctable y que ponían
énfasis únicamente en el necesario desarrollo del mercado y las técnicas ;
contra la filosofía existencialista del individualismo arbitrario y del
absurdo ; contra las ilusiones de los « ordinántropos », que
piensan dirigir las sociedades mediante el ordenador, excluyendo la decisión
inicial del hombre sobre la cuestión de los fines últimos- el combate por el
porvenir, exige el postulado ético de la posibilidad que el hombre pueda decidir
sobre sus fines y objetivos últimos.
Los
fines últimos han sido tradicionalmente propugnados por las religiones. Hoy,
sin embargo, ninguna de las religiones institucionales puede cumplir ese papel
en el contexto de nuevas condiciones históricas. En lugar de abordar los
problemas fundamentales de nuestro tiempo, esto es, el desequilibrio Norte/Sur,
el hambre, el desempleo, la guerra -con el riesgo del aniquilamiento trágico de
la epopeya humana debido a técnicas de destrucción masiva- y el necesario reconocimiento
de los valores culturales de las civilizaciones no occidentales, luego de 500
años de colonialismo, en una palabra, los problemas relativos a la necesaria
unidad sinfónica y no hegemónica del mundo, algunas religiones como el
catolicismo, manifiestan una fijación obsesiva en el sexo, proclamando
prohibiciones, contentándose con palabras para el resto.
Otros,
ponen en primer plano la observación ritual y las prohibiciones, que como el
Islam institucional, va hasta ocultar la enseñanza fundamental del Corán sobre
la unidad -tawhid- del hombre con la naturaleza, con el hombre y con Dios.
El
combate por el porvenir, sea cual sea la respuesta que se dé a la cuestión de
los fines últimos, no puede hacer abstracción del problema en sí, de los
postulados y del acto de fe que implica.
Un boicot internacional puede bloquear la
máquina infernal.
En esta
situación parcialmente camuflada por la contabilidad trucada de los
« economistas » tarifados y por las cifras bursátiles provenientes de
la especulación, queda claro que los EEUU han entrado -sobre todo luego de la
euforia financiera que les procuró la Segunda Guerra Mundial- en un período de
capitalismo decadente y degenerado. El capitalismo clásico se orientaba a la
formación de capital a largo plazo para invertir en empresas productivas. En
cambio el sistema actual -la nueva economía- está ávido por ganancias a corto
plazo, obtenidas gracias la especulación sobre las variaciones de la tasa de
cambio de las divisas o las oscilaciones de los precios de las materias primas,
y no por la producción. Los bancos juegan el papel de casinos y las empresas se
mantienen utilizando mano de obra a bajo precio y sin protección social en los
países pobres, donde han deslocalizado su producción. El desempleo se
acrecienta mediante el doble juego de estas deslocalizaciones y el desarrollo
de la robotización, que reduce la cantidad de personal, sin hacerlo participar
en los beneficios engendrados por el mejoramiento de las técnicas.
Los
únicos beneficiados son los accionistas y administradores, cuyos dividendos
aumentan al mismo tiempo que los despidos en empresas de más en más
concentradas.
El
desarrollo de la productividad, que es el fruto de descubrimientos científicos
y técnicos y del esfuerzo de los trabajadores, debería beneficiar a todos, con
la reducción de la jornada laboral o el aumento de salario de los agentes de
producción o, por la atribución de esta plusvalía a instituciones culturales y
a obras de beneficiencia en pos de aquellos que por edad o por enfermedad,
están impedidos de continuar a participar en la creación de nuevas riquezas.
La primera medida que hay que tomar es la
abolición de la deuda de los países pobres. Los verdaderos deudores son los ex
colonizadores que saquearon y robaron durante siglos.
Hasta
ahora, la llamada « abolición de la deuda », ha sido sólo un señuelo.
En realidad, cuando en 1999, los siete países más industrializados decidieron
« la anulación de la deuda de los estados más pobres », se trataba
sólo del 2% de la deuda total del Tercer Mundo.
Existen
tres grandes categorías de aquellos que detentan la deuda exterior de los
países de la periferia : las instituciones multilaterales (el FMI y la
banque Mondial), el sector privado (bancos, fondos de pensión, mutuales, etc.)
y los estados, principalmente los estados industrializados. Los miembros del
G8, nunca han considerado la anulación de la deuda ante el FMI o el Banco
Mundial. Sin embargo, la mayoría de los países africanos del sur del Sáhara
tienen deudas con estas dos instituciones que oscilan entre el 30 y 75% de su
deuda total...El esfuerzo supremo de los amos consiste en haber creado un fondo
(llamado trust fund o fondo fiduciario) alimentado por los propios países
miembros, del cual pueden servirse para reembolsar sus deudas.
Ningún
jefe de estado ha propuesto hasta ahora medidas para anular la deuda externa en
manos de instituciones privadas. Ahora bien, ésta representa más del 50% de la
deuda de los principales países de América Latina y del sudeste asiático.
Una
eventual anulación concernería sólo las deudas de estado a estado, negociadas
en el club de París, que actúa como un cártel de los acreedores ante los
gobiernos.
Es
injusto que los EEUU, el país más endeudado y más rico del mundo, no sea
obligado por la « comunidad internacional » (la ONU, por ejemplo) a
reembolsar los miles de millones de deuda contraída, en beneficio del sector
más rico de su población, que vive por encima de sus recursos.
Ello
permitiría en lo inmediato -aún si no solucionara el problema de la división
del mundo-, responder a las necesidades más urgentes de las víctimas de las
depredaciones de los « grandes » y al hambre.
La segunda medida urgente, que apunta a objetivos
a largo plazo, sería la realización de un cónclave « anti Bretton Woods ».
Desde hace medio siglo -desde el fin de la última guerra, que enriqueció
desmesuradamente a los EEUU y después que fuera impuesta la supremacía del
dólar convertible en oro-, Bretton Woods, ha permitido gracias a las
devaluaciones o sobreevaluaciones del dólar, hacer de los EEUU y de los
negociantes que tienen el irrestricto apoyo del Tesoro Federal Norteamericano
-vampiros internacionales como Soros, por ejemplo-, especular con todas las
monedas del mundo inflando una « pompa de jabón financiera » gigantesca,
que a cada instante puede reventarse y hundir al mundo en el caos.
La
solución drástica que pondría fin a este saqueo financiero internacional es,
contrariamente a lo que se decidió en Bretton Woods, terminar con el privilegio
de convertibilidad en oro con el cual goza el dólar. Se debe imponer que las
transacciones económicas con todos los países del mundo se hagan en la moneda
de cada país, luego de haber definido paridades fijas que permitan terminar con
el intercambio desigual e inciten u
obliguen a los inversionistas a invertir en los países proveedores de materias
primas, en función de las necesidades del país y no únicamente de preocupaciones mercantiles y depredadoras,
que llevan a las naciones poderosas a liquidar sus existencias en armamentos y
sus excedentes, invariablemente concebidos para responder a las necesidades de
los EEUU o de Europa, pero que no corresponden a la cultura, historia ni a las
necesidades locales.
Esta
reunión « anti Bretton Woods », podría abrir la posibilidad a un gran
número de países de África, América Latina y Asia, para que sus compras -en
lugar de ser importadas o impuestas- fueran hechas por vía del trueque,
respondiendo de esta manera a sus propias necesidades de desarrollo
« endógeno ». Deberían utilizarse las riquezas de sus suelos y
subsuelos -hasta ahora saqueados- en lugar de producir materias primas a las empresas depredadoras.
La
tercera medida indispensable que hay que tomar para lograr el objetivo mayor,
que es la unidad sinfónica del mundo, es aplicar un impuesto importante a toda
transacción financiera de carácter especulativo -relativa a las divisas, la
cotización de las materias primas y los productos derivados- de manera que haga
prácticamente imposible tales operaciones.
La
primera idea al respecto, ha sido el llamado « impuesto Tobin ». Este
podría extenderse no sólo al tráfico de divisas, sino que a todas las
transacciones financieras internacionales como lo ha propuesto el economista
Howard Wachtel. La Asociación por el impuesto a las transacciones financieras y
por la ayuda a los ciudadanos, ATTAC, (uno de los principales organizadores de
la manifestación en Seattle) fue creada para luchar contra la circulación
anárquica de capitales. El gran economista Keynes, incluso había propuesto, que
la compra de un título financiero fuera « permanente
e indisoluble, para poner fin al
juego mortal del FMI », la organización más criminal del mundo.
Susan
George, en Le Monde Diplomatique de enero de 1999, esbozó un cuadro con los
recientes estragos ocasionados por las exigencias políticas (« ajustes
estructurales ») que el FMI impone para otorgar créditos. Desde la quiebra
del invierno de 1994-1995, la mitad de la población mexicana cayó bajo el
umbral de pobreza. La desnutrición y el hambre han vuelto en Indonesia. En
Rusia, diez años de liberalismo económico han erosionado más la reputación del
capitalismo que setenta años de propaganda del « socialismo real ».
En este país la esperanza de vida ha descendido siete años, lo que constituye
un hecho sin precedentes en el siglo XX. En Corea y Tailandia se extiende el
fenómeno denominado « suicidios FMI », es decir, trabajadores
despedidos y sin recursos, deciden inmolarse con sus familias, faltos de poder
garantizar su sustento.
Un
impuesto sobre las transacciones financieras obligaría a invertir en la
economía real, creando en particular la infraestructura necesaria para
desenclavar regiones desérticas, como las repúblicas de Asia Central, aisladas
del comercio mundial debido a la ausencia de vías de comunicación. Ello podría
contribuir a la autosuficiencia alimentaria del mundo.
Problemas
y soluciones similares existen en África y América Latina.
Este
conjunto de medidas económicas permitiría « remodelar el mundo », y
más allá de las transformaciones económicas y de infraestructura, avanzar en
pos de la realización de objetivos culturales y espirituales. Entonces todos,
podrían poner al servicio de la « unidad
sinfónica del mundo », las
riquezas humanas que cada niño lleva en
sí. El obstáculo mayor para la realización de esta etapa decisiva de la unidad
humana, lo constituye la hegemonía imperial del sistema, que bajo la dirección
única de los EEUU, quieren mantener la división y el desequilibrio, gracias a
los cuales una minoría de privilegiados controla económicamente las
« ayudas » -además del terror producido por las armas de destrucción
masiva- y buscan perpetuar este statu quo
mortal.
Este
cáncer que se expande en las barriadas populares gracias a los
« desesperados », y en el mundo mediante las multinacionales y la
droga o los productos de lujo, conduce a nuestro siglo a lo que hemos
denominado como « un suicidio planetario ».
Para
impedir y poner término a esta marcha hacia la muerte, es necesario crear
nuevos centros de poder en el mundo, excluyendo de ellos a los políticos
tradicionales, cuya corrupción ha llegado en las « grandes naciones »
a proporciones hasta ahora inconcebibles. Tampoco hay que considerar a las
Iglesias, cuyos mensajes se han revelado incapaces de movilizar a los pueblos
en función de la obra constructiva de unidad.
*
* *
De la Declaración de derechos del hombre a la
Carta de los deberes.
Hablando
de « política », empleo deliberadamente un término teológico,
« monoteísmo del mercado », porque se trata de un asunto religioso,
del problema de la finalidad, de los fines últimos. La finalidad del mercado es
obtener ganancias para individuos o grupos particulares.
El
monoteísmo norteamericano del mercado nos aleja de la democracia, en lugar de
acercarnos.
El
abismo que separa a ricos y pobres en cada « democracia liberal »,
entre el Norte y el Sur, testimonia al respecto de manera irrefutable.
La
democracia política « liberal », con sus diputados, senadores,
puestos de representación popular y sus excluídos, no excluye de ninguna manera
la dictadura social.
El
representante de Bush ante las instituciones internacionales de Ginebra dijo
ingenuemente que la democracia liberal era la expresión política del
capitalismo. No se la podría defirnir de
mejor modo. En efecto, es ella la que ha instituido un mercado de votos y
candidatos en el cual los órganos de comunicación de masa refuerzan el poder
del dinero.
Teniendo
en sus manos los medios de comunicación, los amos del juego pueden modelar la
« democracia » según sus deseos, en connivencia con los patrones de
las grandes empresas de publicidad que tienen poder de vida o muerte sobre los
medios de comunicación, al otorgarles o rehusarles la publicidad de las grandes
empresas.
Los
medios de comunicación no reflejan el estado de la opinión. Es la opinión el
reflejo de los medios de comunicación.
Esto es
cierto particularmente en lo que respecta a la televisión. La prensa está
obligada a seguirla y la imagen siempre tiene veiticuatro horas de avance sobre
la prensa escrita. Las imágenes presentando emociones importadas-antes que sea
realizado el comentario escrito o hablado- están destinadas al consumo de la
población, la que debe tragárselas como salchichas en tarro. El escritor
uruguayo Eduardo Galeano, señaló por ejemplo que el asesinato del padre
Popielezco en Polonia, en 1984, había ocupado mil veces más de espacio en los
medios de comunicación, que el asesinato mediante el terrorismo de estado de
cien sacerdotes en América Latina. Y ello porque en primer lugar se trata del
Tercer Mundo y porque los « escuadrones de la muerte », circulan con
toda libertad en estados considerados como »democracias » por la
« gran democracia norteamericana », ya que el libre mercado, es decir
la invasión económica norteamericana permanente, no encuentra en dichas
« democracias » entraba alguna.
Estos
mismos medios de comunicación, ávidos de sensacionalismo y de política
espectáculo, no se interesan en la violencia invisible, aquella que no mata con
balas sino que mata mediante el hambre, con el veneno de sus imágenes, imágenes
de « westerns », telenovelas
policiales, o por drogas más suaves e insinuantes tales como
« Dallas ».
« Se confunde deliberadamente
-dice Galeano- la libertad de la
gente con la del dinero, la libertad de creación de los artistas, con la
libertad para especular de los banqueros, que cumplen no obstante diversas
funciones ».
Más que
los otros medios de comunicación, la televisión ejerce una contrarrevolución cultural permanente, al
hacer que las masas acepten lo inaceptable : la comercialización de las
angustias, la repugnante anticultura de la violencia y de la ilusión.
De esta
manera vive el mundo del sin sentido, en un marco de desigualdad creciente,
donde la droga es un medio para evadirse y la delincuencia un medio para
sobrevivir.
Una
democracia como esa no constituye un obstáculo, sino que conduce a la
dictadura.
Se
trata de una experiencia constante : cuando la opinión pública ha sido
suficientemente engañada, está asqueada por la corrupción de sus dirigentes, o
se solivianta a causa de dicha corrupción, la democracia -incluso formal- ya no
es más viable. Entonces se la reemplaza por una dictadura. Después de la
Convención y la contrarrevolución de Termidor, la podredumbre moral y política
del directorio, engendró el bonapartismo.
Hitler
llegó la poder « democráticamente ». Fue elegido canciller con una
mayoría de votos, por electores desesperados por el desempleo y decepcionados
por la impotencia de la república de Weimar, que pusieron en un dictador
demagogo todas sus esperanzas.
Los
« demócratas » franceses siempre pidieron a voz en cuello, que
hubiese « elecciones libres » en Argelia. Y el guión que Bertold
Brecht evocó con humor se realizó : « El
pueblo ha votado y ha condenando a sus dirigentes. La solución más simple es
disolver al pueblo y elegir a otro ».
Y así
se hizo. Los « demócratas » de ambos lados del Atlántico saborean su
victoria : la « libertad de mercado » está asegurada y el FMI
podrá imponer « libremente » en Argelia su « política de
ajuste », es decir, el bloqueo de los salarios, la « libertad »
de precios, la limitación de la protección social. Entonces el FMI apoyará con
préstamos e inversiones al gobierno que lo salvó, propagando la nueva religión,
el « monoteísmo del mercado ».
En
todos los casos, el recurso a la fuerza y al ejército, se hace en nombre de la
« seguridad nacional », que considera a las capas pobres de la
sociedad como « clases peligrosas », volando así a la salvaguardia de
las estructuras de dominación social o colonial.
El
totalitarismo liberal, en el que la economía de mercado sin entrabas, es el
regulador de todas las relaciones sociales, se adapta muy bien al totalitarismo
de las dictaduras militares. Les ayuda incluso a acceder al poder, como los
EEUU lo hicieron con Pinochet y los militares argentinos y brasileños, etc.
Una vez
que se alcanza el objetivo, es decir, el alineamiento económico con los EEUU,
los dirigentes norteamericanos prefieren proseguir sus negocios de manera más
discreta, favoreciendo la llegada de « demócratas » : Menem en
Argentina, Collor en Brasil, Aylwin en Chile. De esta manera se alcanzan los
mismos objetivos con otros medios y otras marionetas.
Gracias
a la eternización del sistema de « libre » mercado, es decir,
dominado por los norteamericanos, sea cual sea el régimen, el 40% de los
latinoamericanos viven por debajo del nivel de pobreza absoluta. (Documentos de
la CEPAL)
La
UNICEF señala que en Brasil, mil niños mueren diariamente de hambre o a causa
de enfermedades curables.
Los
presidentes latinoamericanos « demócratas » han obtenido el aval de
Washington a condición que respeten la herencia maldita de las dictaduras
militares : el pago de la deuda externa contraída y el olvido de sus
crímenes.
Esta
secuencia de dictaduras militares -de Corea del Sur a Grecia, de África a
América Latina- debe hacernos reflexionar acerca de las misión que han tenido
las instituciones militares en el nuevo contexto de dominación mundial
estadounidense. Han servido para mantener el colonialismo -durante la presencia
de Francia en Argelia- o como « cipayos » en el curso de las
agresiones a Iraq, Kosovo y Afganistán.
Después
de la Segunda Guerra Mundial, ningún ejército del mundo ha cumplido el papel de
fuerza de « defensa nacional ».
Por el
contrario, han jugado un papel represivo, organizando sangrientos golpes de
estado contra sus propios pueblos y « aliados ». El imperio los
mantiene como satélites, como es el caso de Indonesia y Birmania.
Los
ejércitos no han servido para defender la independencia de sus pueblos, sino
que han contribuido a su ruina con el fin de imponer la dominación del
imperialismo norteamericano.
***
Etimológicamente,
democracia significa, gobierno por el pueblo y para el pueblo. Sin embargo, el
principal teórico de la democracia -Jean Jacques Rousseau, del cual se
reclamaba la Revolución Francesa- dijo claramente en su Contrato Social,
poniendo en evidencia los embustes de las llamadas « democracias
occidentales », : « En rigor, una democracia verdadera, tal
como la define este término, nunca ha existido ». Y ello por
dos razones.
1°. La
desigualdad de la riqueza, que hace imposible la formación de una voluntad
general y que por el contrario, opone a ricos y pobres.
2°. La
ausencia de fe en valores absolutos, que deberían obligar a cada uno a cumplir
con sus deberes, en lugar de dejar que impere la ley de la jungla del individualismo,
donde cada cual se considera el centro y la medida de todo, siendo el rival de
sus semejantes. (Contrato Social, ediciones La Pléiade, página 468)
En la
antigua Grecia existió una supuesta democracia. Se nos ha enseñado hasta
nuestros días que Grecia es la « madre de las democracias », sin
recordar que en el apogeo de la « democracia » ateniense -durante el
siglo V, de Pericles- había una minoría de ciudadanos libres que constituía el
pueblo, disponiendo del derecho a voto y 110 000 esclavos sin ningún derecho.
El verdadero nombre de esta democracia debería ser el de oligarquía esclavista.
Sin
embargo, el uso perverso de la palabra democracia no ha cesado de reinar en
Occidente.
La
Declaración de Independencia de los EEUU, proclamada el 4 de julio de 1776 (año
en que murió Rousseau), consideraba « como
verdades evidentes por sí mismas, que los hombres nacen iguales ; que su
creador los ha dotado de ciertos derechos inalienables : la vida, la
libertad... ». Pero esta solemne constitución mantuvo la esclavitud de
los negros durante más de un siglo.
Democracia para los blancos, no para los
negros.
La
declaración de derechos del hombre y del ciudadano proclamada por la Revolución
Francesa en 1789, afirma que « todos
los hombres nacen y siguen siendo libres e iguales en derechos ». En
sus artículos 14 y 15, ella precisa incluso que « todos los ciudadanos tienen derecho a participar en la
elaboración de las leyes ». Pero la Constitución, de la cual la
declaración es el preámbulo, otorgaba el derecho a sufragio sólo a los
poseedores de cierto rédito. Los demás, los tres millones de franceses eran
ciudadanos pasivos, los ciudadanos activos (electores) según la expresión de
Sièyes, padre de esta Constitución, eran « los verdaderos accionistas de la gran empresa social ». Antes
de él, Diderot, el más gran filósofo del siglo, escribió en su Enciclopedia, en
el artículo « Representante » : « sólo el propietario es ciudadano ».
Democracia para los propietarios, no para el
pueblo.
Sería
redundancia hacer en estas páginas una crítica a la Declaración Universal de
los Derechos del Hombre ». Esta fue promulgada por los vencedores luego de
su victoria sobre Hitler, sucesor y representante más coherente y bárbaro de
las injusticias cometidas por Occidente, que durante cinco siglos de dominación
de colonialismo racista, a diezmado a los pueblos con sus expoliaciones,
matanzas y destrucciones de culturas. Atrocidades efectuadas en nombre del
mismo prejuicio : la pretensión de ser el « pueblo elegido », único capaz de imponer por la fuerza, su
« civilización ».
Debemos
plantearnos dos preguntas fundamentales :
1° ¿Cuándo
se habla del hombre, se está hablando del hombre blanco, del propietario, del
hombre occidental ?
2° ¿Qué
significa un derecho para un hombre que no tiene el derecho de ejercerlo ?
1)
¿ De qué hombre se trata ?
La
mistificación de los términos « democracia » y « derechos del hombre », tienen el
mismo origen : la « declaración » que considera al hombre como
un individuo. En cada época han sido los derechos de una minoría dominante, los
que se han defendidos.
2) ¿Qué significa tener un « derecho » para alguien que no tiene los
medios de ejercerlo ? Como el « derecho al trabajo » de miles de
desempleados, el derecho a la vida para millones de seres humanos que mueren en
el Tercer Mundo, para que los privilegiados del planeta puedan continuar
« libremente » sus despilfarros. ¿ Qué es la « igualdad »
que prohibe « igualmente » a un millonario y a un hambriento robar pan,
fundar un periódico o comprar una canal de televisión ?
¡La ley
es igual para todos ! Es el embuste de los « derechos del
hombre », incluso cuando dichos derechos han sido proclamados como
« universales ».
Hay que
introducir un cambio radical. No se puede partir del individuo (blanco,
propietario y occidental), sino de la comunidad universal de hombres,
definiendo en prioridad los deberes de los individuos y no sus derechos,
garantizando así el espacio de libre desarrollo de todos los demás miembros de esta
comunidad universal.
Sin
este enfoque, una sociedad considerada como la suma de individuos moleculares,
sólo obtendrá mediante el sufragio -incluso si este es universal- una
democracia ilusoria, porque esta será exclusivamente estadística y manipulada
por los medios de comunicación del sistema, en el cual todo se compra y se
vende.
Una
« república » como esa, no es en ningún caso una protección frente a
una dictadura. Hitler no llegó al poder gracias a un golpe de estado, sino del
modo más democrático: obtuvo junto a sus aliados la mayoría absoluta en el
Parlamento de la República de Weimar.
Una auténtica democracia de tipo radicalmente
nuevo, sólo puede fundarse en una Carta de deberes, ante la comunidad mundial
de hombres y no únicamente ante una nación, puesto que esto último conduciría
al totalitarismo tribal.
Dicha
Carta podría tener el preámbulo siguiente.
Proyecto de Carta de Deberes de cada Hombre
1.
La humanidad es una comunidad
única, pero no la unidad imperial de dominación de un estado o una cultura.
Esta unidad es por el contrario, sinfónica, es decir que se enriquece con la
participación de todos los pueblos y sus respectivas culturas.
2.
Todos los deberes del hombre y
de las comunidades en las cuales éste participa, resultan de su contribución a
esta unidad. Ningún grupo humano, profesional, nacional, económico, cultural,
religioso puede tener como objetivo la defensa de intereses o privilegios
particulares, sino la promoción del hombre, sea cual sea su sexo, origen
social, étnico o religioso, con el fin de darle a cada uno la posibilité
material y espiritual de desplegar toda la capacidad creadora que lleva en sí.
3.
La propiedad, pública o privada
sólo tiene legitimidad si está fundada en el trabajo y concurre al desarrollo
de todos. Su titular es únicamente el administrador responsable.
Ningún
interés personal, nacional, corporativo o religioso puede tener como fin la
competencia, dominación, la explotación del trabajo ajeno o la perversión de su
tiempo de recreación.
4.
El poder a todo nivel sólo puede
ser ejercido y confiscado, por mandato de aquellos que se comprometan por
escrito a acceder a la ciudadanía, a observar
estos deberes. Los titulares de estos cargos pueden ser excluidos de sus
funciones si no respetan estas normas. El ejercicio del poder no implica ningún
privilegio, únicamente deberes y exigencias.
5.
El saber no puede en ningún caso
tener la pretensión de poseer la verdad absoluta, ya que este integrismo
intelectual engendra necesariamente la inquisición y el totalitarismo.
6. El
objetivo de toda institución pública no puede ser otro que la constitución de
una verdadera comunidad, es decir, lo opuesto al individualismo. Comunidad en
la cual, cada participante tiene conciencia de ser personalmente responsable
del destino de los demás.
7. Sólo
la coordinación universal de estos esfuerzos de crecimiento, puede permitir al
hombre resolver los problemas ligados al hambre en el mundo, a la inmigración,
al desempleo forzado o al ocio parasitario, dándole a cada ser humano los
medios para cumplir sus deberes y ejercer los derechos que le confiere esta
responsabilidad.
Le
corresponde a la comunidad universal mundial -sin diferencias en cuanto a su
número- velar por la observancia universal de estos deberes.
La
economía y la política, como nos lo recuerda su etimología, tienen por objeto
normar las relaciones sociales a todos los niveles, desde la familia a la
nación y a la comunidad internacional.
La
cultura, en otras palabras, el conjunto de las relaciones que un individuo o
una sociedad tiene con la naturaleza, sus semejantes y con lo sagrado, debe
jugar entonces un papel regulador debido a su búsqueda de la finalidad última
de la vida, y no ser sólo un elemento integrador de la economía y de la
política.
La
cultura no tiene dicho papel en estos momentos, porque actúa como una
« religión de los medios » generada por el sistema.
La
educación refleja esta decadencia, al no darle a la búsqueda de los fines
últimos, el lugar primordial.
Semillas de esperanza
Después
de haber sido humillado durante cinco siglos por el colonialismo europeo y
luego por la « mundialización », la luz vuelve al mundo trayendo una
perspectiva de porvenir con rostro humano, una verdadera universalidad
enriquecida con la aportación de todas las civilizaciones.
Ya existe
una nueva versión futurista de la « Ruta de la seda », que va desde
Changai a Roterdam a la velocidad de 500 kilómetros por hora, en un tren
impulsado con un sistema de levitación magnética.
Desde
el siglo I al XIV, la antigua « Ruta de la seda », transportó de
Oriente a Occidente en sus caravanas, no solamente mercancías preciosas, sino
también a hombres, sus culturas y creaciones.
***
En un
elogio a la « mundialización » titulado « Manifiesto por un
mundo estable », Thomas L. Friedman escribió en el New York Times del
28/03/1999 : « Mantener la
mundialización es el pilar de nuestro interés nacional...La mundialización es
norteamericana ». Lo que es diferente -agregó- « del imperialismo añejo, cuando un país ocupaba físicamente
otro ». Ahora, prosigue Friedman, hay que mantener « un sistema de mundialización
abstracto ». Para ello se « requiere una estructura de poder
geopolítico estable, que no puede ser mantenida sin la participación activa de
los EEUU. » Este punto lo
resume como sigue : « La
mano escondida no podrá funcionar sin el puño escondido. Mc Donald no puede
desarrollarse, sin Mc Donnell Douglas
( fabricante del avión de combate F 15). Y
el puño escondido que mantiene al mundo en seguridad gracias a las tecnologías
de Silicon Valley, se llama Ejército de EEUU, USA Air Force, Marine et Corps de
marines ».
El
propio Bill Clinton confesó el verdadero sentido de la agresión a
Kosovo : « Si queremos
acuerdos económicos fuertes que impliquen nuestra capacidad de venta en el
mundo, Europa debe llegar a ser uno
de los puntos claves . Esa es toda la cuestón de Kosovo. » (The
Nation, 19/04/1999).
Cuando
los aviones turcos sobrevolaron Belgrado, la OTAN quiso hacer olvidar la limpieza
étnica realizada por los turcos durante la « santa cruzada » de los
años 90, que mataron a decenas de miles de kurdos, destruyendo 3 500
pueblos (siete veces el número de
pueblos destruidos en Kosovo de acuerdo a la declaración de Clinton en, el momento
de la « victoria »), provocando cerca de 3 millones de refugiados.
La nueva « ruta de la seda » y el
puente « intercontinental ».
El 7 de
mayo de 1996 se inauguró una nueva era para el futuro de la humanidad. En
Pekín, se abrió la perspectiva de un sistema nuevo, capaz de realizar la unidad
del mundo con la participación de todos los pueblos y culturas.
Un
núcleo constituido por 31 países asiáticos propuso al mundo, partiendo de la
« nueva Ruta de la seda », el Puente euroasiático continental, como
la gran alternativa a la « mundialización » de los EEUU.
Las
inversiones no estarían destinadas a las diversas formas de especulación, sino que al desarrollo de
la infraestructura y de la economía de cada pueblo, cuyo denominador común
sería el interés prioritario de la
comunidad internacional.
El
coloquio definió una estrategia gigantesca para desarrollar el continente
euroasiático mediante un sistema integrado de redes intercontinentales de
transportes modernos de energía, de irrigación y de líneas férreas, que unirían
la costa china del Pacífico a la costa atlántica europea.
***
Esta
gigantesca « remodelación »
de la tierra en beneficio de toda la humanidad supone el transferimiento de las
riquezas financieras y las inmensas posibilidades de la técnica actual, desde
la zona especulativa a la de la economía productiva real.
En
otros términos, se trata que el dinero no sirva para fabricar más dinero, sino
a construir la ciudad de los hombres mediante inversiones productivas en
culturas y bienes. No se trata de predicar la productividad en sí, de manera
tal que una producción desenfrenada aporte el paro de unos y bajo pretexto de
« transferimiento de tecnologías », lleve el excedente a otros, los
países pobres para los cuales este tipo de tecnología no está adaptado.
El
Renacimiento de Asia no se hará contra
Europa y Occidente, sino que por le contrario, está impregnado con un espíritu de
colaboración tal, que permita a Occidente salir del atolladero. La mayoría de
los países asiáticos estarían dispuestos a participar en esta obra.
Ya se
han establecido líneas de Chiang Mai, que pasan por Bangkok y atraviesan
Malasia desde Kuala Lumpur a Singapur. También se estudian proyectos para la
rehabilitación de la línea de Singapur a Phon Penh, en Camboya. La construcción
de un nuevo ferrocarril de Phon Penh a la ciudad de Ho Chi Minh, permitiría la
conexión con la línea actual en el Noroeste de Vietnam y aseguraría un tramo
directo vía Danang y Hanoi, pudiendo prolongarse hasta Nanning, en el sur de
China.
***
El agua
es el fundamento de este inmenso programa, sea para la electrificación de
largos tramos de la « nueva ruta de la seda », creando una potente
red de canales que permitirá un intenso tráfico fluvial en gran parte del
trazado, o para la irrigación de amplias zonas desérticas de Asia Central, que
podrían desenclavar a los países subdesarrollados de la región.
China
ha comenzado entonces este prometeico trabajo, construyendo la « Represa de las Tres Gargantas »
en el río Yangtsé-Kiang, uno de los más grandes del mundo.
El
asunto del agua ha sido un problema mayor a lo largo de toda la historia china.
El
legendario emperador Yu El Grande, es considerado en China como uno de los
héroes de la civilización (como Prometeo que le dió a los hombres el fuego),
por haber comenzado a preocuparse de la distribución y control del agua, hace
ya tres milenios.
El
fundador de la primera república china, Sun Yat Sen, fue el primero que
vislumbró la posibilidad de construir la represa de las Tres Gargantas en el
río Yangtsé-Kiang.
He
aquí, en su forma moderna, cómo los chinos han previsto la solución al
problema. Las obras comenzaron en diciembre de 1994.
« Si el gobierno chino ha tomado la
decisión de realizar este proyecto, es porque quiere controlar las crecidas del
río. Si creemos lo que nos indican los 2 000 años de datos hidrológicos en
nuestra posesión, se habrían producido 200 grandes inundaciones, una casi todos
los diez años. Estas inundaciones causaron enormes pérdidas en el curso bajo y
medio del Yangtsé-Kiang. Las pequeñas inundaciones provocaron miles de muertos,
y las más grandes, decenas de miles de muertos, incluso más. El desastre más
grande de la historia se produjo en 1870 con la muerte de 300 000 personas. 145
000 desaparecieron en 1931, 40 000 en 1954, 30 000 en 1959. Es para controlar
estas crecidas que el gobierno ha decidido adelantarse y construir este
proyecto.
Cuando el proyecto esté terminado, la
capacidad de la represa será de 39,3 mil millones de metros cúbicos, de los
cuales 22 mil millones podrán ser utilizados para retener el agua de las
crecidas, controlándolas así de manera eficiente. Aprovecharemos esta enorme
cantidad de agua para producir electricidad. La capacidad total del proyecto será de 18 200 MW repartidas
en 26 unidades de 700 MW cada una. La producción anual de electricidad será de
84,7 mil millones de kilowatts. El desarrollo económico mejorará ostensiblemente.
Además del control de las crecidas del río y
la producción de electricidad, la navegación fluvial saldrá favorecida con este
proyecto. Una vez que la represa de las tres Gargantas esté terminada, la
capacidad de transporte y flete pasará de los 10 millones de toneladas actuales
por año, a 50 millones ». (Quin Zong Yi)
Algunos datos técnicos
En
diciembre de 1994, comenzó la obra gruesa. Duración de los trabajos : 17
años.
Las
obras de retención del agua estarán terminadas en el año 2009. Ello representa
el desplazamiento de 57 millones de metros cúbicos de tierra -27 millones de
metros cúbicos de cemento incluidos- creando un lago artificial de 600
kilómetros de largo con una capacidad de 40 mil millones de metros cúbicos de
agua.
2005
(undécimo año de trabajos) : inauguración de las estructuras de navegación
y del primer grupo de unidades.
Coste
total del proyecto (estimación en 1993) : cerca de 50 000 mil
millones de Yuans (alrededor de 4 mil millones y medio de euros).
Largo
de la represa : 2 354 metros.
Altura :
hasta 175 metros en algunos lugares.
Los ribereños. La zona vulnerable tiene 15 millones de
habitantes. Teniendo en cuenta que la represa inundará cerca de 28 750
hectáreas, más de un million de personas serán desplazadas de las provincias de
Sitchuán y Hupei. La mayor parte tendrán que ser reinstaladas en regiones
cercanas. El programa de puesta en
marcha del proyecto de las Tres Gargantas, optó por una reinstalación orientada
hacia el desarrollo, en lugar de pagar compensaciones, como había sido el caso
en otras ocasiones. El transferimiento de la población irá a
parejas con el desarrollo de esta zona.
Electricidad : la estación hidroeléctrica de las
Tres Gargantas tendrá una capacidad producción total de 18 200 megawatts, y
será la más grande del mundo. 25 generadores serán construidos a cada lado del
desaguadero de la represa, y 84,7 mil millones de kilowatts/horas serán así
producidos, es decir el equivalente a la combustión de 50 millones de toneladas
de carbón.
Navegación :
el proyecto comprende la construcción de un vía navegable doble. Cuando
la represa esté en servicio, podrán remontar el río, barcos de 10 000
toneladas, de Wuhán hasta Chongking.
Cooperación internacional. Numerosas empresas de diversos
países -Alemania, Francia, Japón, Rusia, Estados Unidos y Canadá- están
implicadas en este proyecto.
Si no
consideramos las operaciones mercantiles subalternas, la especulación
milenarista acerca del « tercer milenio », y si examinamos la
historia a vuelo de águila -no mediante la enumeración de batallas y
dominaciones- sino tomando en cuenta los grandes momentos creadores de futuro,
pareciera que estuviéramos -si sabemos llevar a cabo este combate- en la aurora
de una nueva era de la humanidad.
Desde
que el hombre nació, y para asegurar materialmente su sobrevivencia, se han
sucedido dos formas fundamentales de civilización.
Cuando
los hombres dejaron de vivir como los otros animales -prescindiendo de lo que
les daba espontáneamente la naturaleza gracias a la recolección de frutos, la
caza o la pesca- esos nómadas se transformaron en sedentarios. Se establecieron
primero allí donde existían mejores condiciones de vida, al lado del curso de
los ríos, que garantizaban mejores condiciones para la agricultura y la pesca.
Los grandes ríos fueron la cuna de las primeras civilizaciones.
En
Mesopotamia, como su nombre lo indica -« país entre dos ríos »- el
Tigris y el Eufrates.
China
tuvo su cuna en el delta del río Amarillo ; la India a orillas del Indus y
Egipto en el Nilo.
Las
grandes vías fluviales permitieron así lazos e intercambios entre islotes de
culturas diferentes y a orillas del mar, se desarrolló una segunda edad del
hombre : las civilizaciones del mar en las regiones costeras, sea en
Occidente, con el imperio romano que hizo del Mediterráneo un « mar nuestro », o el imperio chino, que
ejerció su influencia en Asia bañada por el océano.
Se
necesitaron siglos para pasar de la « economía fluvial » a la
« economía del mar ».
Hoy
subsiste una dualidad terrible entre la tierra y el mar. A excepción de Europa,
el 60% de la población mundial vive en regiones costeras consideradas como
desarrolladas y prósperas, en circunstancias que representan sólo el 19% de la
superficie del globo. Es un factor importante en la « división » del
mundo, con los enclaves desérticos o subpoblados en África y Asia, y en las
selvas de América del Sur.
Durante
mucho tiempo, los especialistas de la « geopolítica »,
especularon sobre los medios para dominar el mundo a partir de la posesión de
la tierra o del mar, tratárase de Mackinder durante el período de la hegemonía
marítima británica, o de Haushoffer, según el sueño imperial alemán de
hegemonía territorial sobre grandes superficies terrestres.
Esos
proyectos de reparto o dominación del mundo subsisten hasta nuestros días y es
el tema de trasfondo del « choque
de civilizaciones », de Huntington, bajo la máscara de oposición
religiosa entre la « civilización
judeo-cristiana y la colusión confuciano-islámica ».
Ante
los enfrentamientos existentes en el mundo y la rivalidad por de la hegemonía,
tenemos que pasar a una tercera era de la civilización, mediante el desarrollo
solidario de la humanidad y poner fin a sus milenarias divisiones.
Las
etapas del « progreso » de la humanidad no se cuentan en milenios,
sino por etapas de la toma de consciencia de su desarrollo y la puesta en
marcha de su unidad ; igualmente que las grandes mutaciones que se cuentan
gracias a las creaciones decisivas del hombre que orientan su destino.
Se trata hoy, luego del fracaso de la « mundialización »
-nuevo nombre de la dominación imperial del mundo por los grandes monopolios
norteamericanos y sus vasallos- de una remodelación global del mundo gracias a
un « desarrollo solidario » de todas las culturas.
En el
momento en que « milenaristas » interesados, trataban de convencernos
que una nueva era comienza -mediante pretextos dignos de Nostradamus o de Paco
Rabanne-, los criminales amos del statu quo (Bill Gates, Soros y sus
marionetas, Clinton, Bush, Chirac y Jospin) nos predecían por simple
extrapolación tecnológica, como serían los felices días del milenio. Yo
compartía la opinión de Edgar Morin, quien definió el « cambio
verdadero », como un acto humano, pero con una diferencia. Yo creo que el
tercer milenio comenzó en Seattle. Aunque no debemos hacernos ilusiones sobre
sus efectos inmediatos, un verdadero « acontecimiento » se
produjo : el proyecto de los dirigentes norteamericanos y sus vasallos
fracasó gracias a una movilización planetaria, que rechazó la concepción
imperial de « mundializacón », la cual permite a los ricos acrecentar
su riqueza y disminuir en número, y a los pobres, aumentar su pobreza y su
número.
La
prensa y la televisión orquestan estas bravatas e inepcias, o están obligados
(en informaciones de pocas líneas) de señalar que las catástrofes de Navidad o
del Año Nuevo -la tempestad o la marea negra- van a favorecer el
« crecimiento ». Ello es cierto, los gastos necesarios para
restaurar las ciudades y bosques, indemnizar a las víctimas de inundaciones, o,
pagar a los médicos o a las pompas fúnebres, va a aumentar milagrosamente las
cifras del mágico « crecimiento », mediante el cual se mide la
prosperidad económica. Es verdad que los beneficios de algunas empresas van a
aumentar al mismo tiempo que el paro en las industrias destruidas. Pero su
restauración será pan celeste para las empresas que se encargarán de ello.
***
La
implosión de la URSS en 1989, retardó por largo tiempo el verdadero
« remodelaje » físico y espiritual del mundo, que es lo único que
puede impedir el inevitable « suicidio planetario ». Si podemos fijar
con precisión una fecha, para marcar el advenimiento de una tercera era de la
civilización, esta tendría que ser el 7 de mayo de 1996, cuando se llevó a cabo
en Pekín, el Coloquio Internacional sobre el desarrollo solidario del mundo,
que reunió a 31 países asiáticos que se proponen rehacer la antigua « Ruta
de la Seda », con los medios técnicos gigantescos que nos entregan las
ciencias actuales. Una de las realizaciones más simbólicas y prometedoras
previstas, es la línea de ferrocarril entre Changai y Rotterdam, es decir, del
Atlántico al Pacífico, con trenes rodando a 500 kilómetros por hora sobre
cojinetes magnéticos.
De esta
manera nacerá el verdadero Puente que unirá las dos riberas de la gran Isla
Euroasiática y prepará así el « remodelaje » de un mundo unificado,
con ramificaciones hasta Mauritania, en Africa y, mediante un túnel bajo el
estrecho de Berhing, se unirá a las
redes comerciales norteamericanas.
Es la
alternativa finalmente hallada -gracias a un desarrollo
« solidario »- ante la « mundialización imperial que elimina
hombres y culturas ».
Las
crisis permanentes del sistema no se resolverán con el
« crecimiento », ni con los avances técnicos que desplazan y expulsan
a los campesinos de sus tierras y a los obreros de las fábricas.
La
única alternativa a esta carrera en pos de un suicidio planetario sólo puede
ser mundial. En la perspectiva de una economía de mercado, todo proyecto está
condenado al fracaso si los dos tercios de la población del planeta siguen
siendo insolventes y mueren a causa de la miseria y el hambre. Millones de
trabajadores de los países « ricos » están destinados a engrosar el
número de desempleados, mientras se habla de « sobreproducción » de
carne, cereales o leche, haciendo abstracción de los millones de hambrientos a
quienes se aconseja tener menos hijos -como se hizo en la Conferencia de El
Cairo sobre la demografía-, para que Estados Unidos y Europa puean continuar su
despilfarro. El asesinato preventivo es un sucedáneo de las matanzas periódicas
causadas por las guerras, las cuales son engendradas por los propios principios
del sistema.
La
única alternativa es de carácter mundial. La del desarrollo solidario de un
mundo, donde la « prosperidad » de un número reducido de personas, no
tenga como corolario, el hambre y la miseria de la mayoría.
En la
URRS, se concibió un proyecto que habría permitido transformar radicalmente la
geografía de Asia Central, desenclavando regiones semidesérticas de gran parte
de Siberia, cambiando el curso de los ríos que actualmente desembocan en el Mar
Ártico, desviándolos hacia el Mar de Aral, que está desecándose.
En la
primera fase debía extraerse del río Ob y de su gran afluente, el Irtysh, cerca
de 27 km cúbicos de agua por año, encaminándolos hacia un canal navegable de 2
544 kilómetros. Además de aprovisionar
en agua a toda la región de Asia Central, este canal vital, ofrecía la
posibilidad de una importante vía de navegación entre el Norte y el Sur.
Grandes bombas de aspiración iban a ser utilizadas para elevar y nivelar el
agua del Oeste de Siberia con la cuenca del Mar de Aral. El agua se escurriría
naturalmente hasta la extremidad sur del canal y de allí, hasta un gran lago
artificial situado al Norte del Mar de Aral.
Este
trabajo debía realizarce en quince años, con un coste de 18 mil millones de
dólares. El proyecto fue ampliamente discutido en la URSS durante los años 80,
siendo aprobado por el CC del PC de la URSS, en 1984. Pero este plan de
desarrollo a largo plazo, cuyo término estaba previsto para inicios del siglo
XXI, no fue realizado por razones ligadas a la organización político-económica
del estado y no por dificultades de orden técnico. Rusia había adoptado el
modelo occidental de crecimiento a corto plazo, es decir, la concepción colonial cuya obsesión es la
concentración del cultivo de algodón en Asia Central.
En ese
contexto se puede comprender más fácilmente por qué el proyecto chino llamado
« Puente Euroasiático » (con el nombre romántico de « Nueva Ruta
de la Seda ») sea la única alternativa posible que conlleve la unidad
sinfónica del mundo. Esta visión se opone a la tentativa de
« mundialización », nombre bajo el cual se esconde el objetivo
norteamericano de dominación imperial del mundo, mediante una serie de guerras
y estallidos sociales, que excluyen toda posibilidad de desarrollo de las
culturas y de los hombres.
***
En
enero de 1996, siete países, entre los cuales están China, Kazastán, Japón y
Corea del Sur, firmaron un acuerdo que aumentará el volumen de mercaderías
transportadas a lo largo del Druzhba-Alatau, en la frontera con Rusia, sobre la
base de la cooperación y del interés económico recíproco.
El
desarrollo a largo plazo de la economía en Eurasia, no depende únicamente del
fin de los trabajos de una red de ferrocarril transcontinental, coordinada con
otras medios de trasporte. La transformación de estos medios en
« corredores de desarrollo infraestructural », es también importante
para abrir la historia de la humanidad hacia una nueva era de expansión
universal, en lo relativo a las inversiones, urbanización y desarrollo
agroindustrial.
Las
regiones de Asia Central sufren debido a la rudeza del clima y a los arcaicos
medios de transportes. Sin embargo, son tierras ricas, que tienen suelos
fértiles y toda clase de recursos naturales, que les ofrecen enormes
perspectivas de desarrollo y prosperidad. Estas regiones están dotadas también
de inmensas fuentes de energía. Pueden ser consideradas como un foco de energía
para todo el mundo. De ahí la gran interdependencia y complementaridad que
caracteriza a la región del Puente Terrestre Euroasiático, que anuncia para el
porvenir grandes posibilidades de cooperación.
La
población, directamente o indirectamente unida por el Puente Euroasiático,
cuenta en Europa, con 500 millones de habitantes y más de cuatro mil millones
en los nuevos países desarrollados de Asia Oriental y Meridional. Este sueño
está en curso de realización. En 1990, se terminó la última sección del tendido renovado de
línea férrea (14 131 km). El tráfico ferroviario para el transporte de
mercaderías de China fue inaugurado en 1992.
Para
nuevos países como Kazajstán, Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y
Kirguizistán, la Ruta de la Seda es fuente de esperanza y porvenir. Con el
doble de superficie que los países de la UE y ocupando un lugar estratégico
entre China, Rusia y Europa, esta inmensa región de Asia Central, tiene una
gran riqueza cultural e histórica, una población multiétnica de 53 millones de
personas y los mayores yacimientos de petróleo y gas, así como metales
estratégicos. La productividad de la inversión
en las regiones árticas de Siberia y en Asia Central, depende de la facilidad
de acceso a sus riquezas y de su apertura al mundo exterior a través de una red
de transporte y de medios de comunicación.
En
Ankara, en 1997, con ocasión de una reunión de los más importantes países
musulmanes (Irán, Malaysia, Nigeria, Paquistán y Turquía) se anunció la
creación de una nueva organización internacional : el G8 musulmán.
El
primer ministro turco Erbakan, declaró que este acontecimiento constituía
« un hito en la historia de la humanidad » y que los Ocho no
tardarían en ejercer una influencia decisiva
en la escena política mundial. Estos estados constituyen un intento por
« llenar el vacío dejado por la disolución de hecho -en 1989- del Movimiento
de los No Alineados nacido en Bandung.
Otros
proyectos en curso de preparación se orientan
a la construcción de una línea férrea ultra rápida, que iría de Kuala
Lampur a Singapur, reduciendo la duración del trayecto de siete horas a noventa
minutos.
Es
importante que estas líneas férreas permitan el acercamiento de India y sus 900
millones de habitantes, con Irán, Asia Centrale, China y el Sudeste asiático.
***
El desarrollo de los centros urbanos. Como ya lo había soñado Sun
Yat Sen, el gobierno chino prevé construir durante las dos o très décadas
futuras, 200 nuevas ciudades, que tendrán cada una, un millón de habitantes,
situadas alrededor del Puente Terrestre.
Dos
fenómenos internacionales se han producido. La República Islámica de Irán ocupa
una posición central en la economía global
y en el campo de las relaciones políticas en Asia Central y en el
Cáucaso. Irán, debe este importante papel de acercamiento entre las diversas
naciones de esta región, tanto a su situación geográfica como a su política
extranjera.
Todas
las repúblicas de Asia Central a excepción de Georgia, son regiones que no
disponen de acceso al mar. Están obligadas de pasar por Irán para poder
establecer relaciones económicas con los otros países del mundo. Los estados
que quieren establecer relaciones económicas con las repúblicas de Asia Central
y del Cáucaso, están a su vez obligados de pasar por Irán, China o Rusia.
Irán y
China, son los únicos países que tienen una situación geográfica clave. China
tiene una frontera común en Asia Central, con Kazajstán, Kirguizistán y
Tayikistán. En cuanto a Irán, éste posee fronteras comunes en Asia Central y el
Cáucaso y dispone de rutas terrestres y marítimas con Rusia y el Cáucaso. Por esta razón, un estudio internacional sobre
las vías de comunicación que unan a Irán al resto de Asia Central es muy instructivo.
Una vía ferroviaria Euroasiática llevada a
término.
Para
sacar partido de su situación geográfica, que le confiere un papel clave como
punto de encuentro regional y continental entre los países de Asia Central y ultramar, la República Islámica de Irán,
empalmó su red ferroviaria con dichos países y con Rusia.
Esta
nueva conexión ferroviaria facilitará el transporte de las mercaderías y de los
intercambios comerciales entre Asia Central y otras regiones del mundo,
contribuyendo igualmente a dar una mejor imagen de la cultura, religión e
historia de esos países. La construcción de la ferrovía de Mashhad-Taja (300
km), que completó la línea Balk-Bandar Abbas (700 km), también fue terminada.
Esa red de líneas férreas fue inaugurada el 14 de mayo de 1996.
Este
gran proyecto del siglo, llamado por la Comisión Social y Económica para Asia y el Pacífico de la ONU,
« Ruta Ferroviaria de la Seda », fue terminado con la participación
de Turkmenistán y sin ayuda internacional. De esta manera se construyó el
eslabón que faltaba en la red ferroviaria euroasiática.
Con la
puesta en servicio de esta vía ferroviaria, el puerto de Lianyungang, al este
de China, se unirá Bandar Abbas al Golfo Pérsico, pasando por las ciudades de
Urumqi, Almaty (antigua Alma Ata), Tashkent, Sarakhs, Mashhad y Teherán. Esto
permitirá el aceso al mar de las regiones situadas en el interior de Asia
Central y la conexión de esta línea férrea con Rotterdam, vía Teherán, Estambul
y Europa.
La
participación de China en la construcción de algunas secciones de esta red
ferroviaria, permitió en noviembre de 1995, la inauguración del trayecto desde
el puerto de Lyianyungang a Tashkent.
***
En este
inmenso continente euroasiático -fuera de China e Irán- un gran número de
países asiáticos están en plena mutación. Luego de la reciente y desgraciada
experiencia de los « dragones », con su crisis financiera en pleno
vuelo por la mortal vía del « crecimiento » a la occidental, algunos
países dudan integrarse al sistema
hegemónico mundial norteamericano, llamado « mundialización », como
también a encaminarse por la vía de renovación a la cual han sido invitados. Se
trata de Japón, India y Rusia. Esta última puede ser el eslabón entre Asia y
Europa en este « nuevo puente euroasiático».
Están
germinando algunas semillas de esperanza, a partir de principios completamente
opuestos a los del monoteísmo del mercado y de la especulación, en beneficio de
una economía productiva que crea las infraestructuras necesarias de un
verdadero desarrollo humano, de un crecimiento del hombre y no únicamente de la
ganancia.
Corea
del Sur es un ejemplo del fracaso de la mundialización. Desde 1998 el número de
suicidios aumentó en un 200%. El número de enfermedades mentales aumenta
constantemente, así como el de niños abandonados en las guarderías, por madres
desempleadas sumidas en la miseria. El número de divorcios y la delincuencia
han alcanzado cifras alarmantes.
El
hundimiento de los pseudo dragones, criados artificialmente por Occidente,
víctimas del monoteísmo de mercado, que conduce a la ruptura entre el Norte y
el Sur, entre los que tienen y los que no tienen, es la consecuencia inevitable
de la contradicción fundamental del sistema, luego de cinco siglos de
colonialismo y medio siglo de colonialismo unificado impuesto en Bretton Woods
y por la hegemonía del dólar. Los dos tercios del planeta, hambrientos y
explotados por los « amos del mundo », son insolventes. Los despidos
de trabajadores y el desplazamiento de los campesinos en los dos tercios del
mundo, han reducido la demanda en los mercados, engendrando la
sobreproducción como resultado del
progreso de la técnica, el hambre y el saqueo de los recursos naturales.
A
diferencia de Europa -que sólo tuvo una identidad espiritual bajo el reino de
la « cristiandad », y que después, su unidad es únicamente un mercado
común abierto y subordinado al mercado mundial norteamericano- los pueblos de
Asia continúan nutriéndose de la fuerza que les dan sus espiritualidades
tradicionales : el sintoísmo japonés, el confucianismo chino, el Islam
iraní, el brahmanismo hindú.
El
ejemplo más notable de la victoria del « sentido sobre el poderío »,
como escribió Zaki Laidi en 1992, fue la epopeya espiritual de Ghandi frente a
Gran Bretaña, la más grande potencia militar y económica por entonces.
Más
allá de las alianzas pasajeras -que llevaron a la URSS a ser el aliado
privilegiado de la India de Nehru, o de Paquistán, el aliado de EEUU, o las
agresiones y guerras entre China e India en 1962- queda claro que en ese
continente, cuna de todas las espiritualidades del mundo -el Tao, los Vedas,
los profetas de Israel y Jesús, el asiático (como decía el
cardenal Danielou en su Historia de la Iglesia), « existe el mayor
potencial de significación de vida que el mundo conozca en nuestros días, ante
la degradación humana del monoteísmo del mercado ».
Este
despertar del hombre que constata una vida desprovista de significación,
impuesta por el reinado individualista del dinero, se manifiesta también en
otros continentes, no como nostalgia, sino como esperanza, en la teología de la
liberación en América Latina ; en el despertar islámico, cuando éste no
está parasitado por el integrismo y que reencuentra su universalismo ; en
la toma de conciencia de los valores tradicionales de África, largo tiempo
agonizantes a causa de la esclavitud, el saqueo colonial y la especulación del
capitalismo externo.
De todo
esto, que representa a la humanidad en su plenitud y realidad, puede nacer un
mundo nuevo que hoy, no tiene otra posibilidad que elegir, entre el suicidio
planetario si obedece a las leyes actuales de dominación norteamericana, o que
puede tener una auténtica resurrección si como China e Irán -que se proponen
construir un puente euroasiático y luego transcontinental, asociando a América
y Africa-, nos decidimos a construir la unidad sinfónica del mundo, respetuosa
de la especificidad de culturas y de la espiritualidad de cada cual, pero unida
por una misma fe para construir el mundo, uno y solidario, gracias a la
fecundación recíproca de cada uno, por el conocimiento y el renacimiento de la
rica unidad de la naturaleza, de lo humano y divino.
La civilización de los trópicos.
A lo
largo de la historia humana -desde el descubrimiento del fuego, pero más
todavía desde el siglo XVIII con la llamada « revolución
industrial »- la utilización de tal o cual forma de energía ha jugado un
papel determinante en las relaciones del hombre con sus semejantes y con la
naturaleza, en las estructuras económicas, políticas entre los pueblos y, al
interior de las naciones, en el plano de la espiritualidad.
Después
de la « revolución industrial », Occidente ha empleado sucesivamente
el carbón, el petróleo, la electricidad y la energía nuclear.
Si
hacemos abstracción de la energía nuclear que fascinó a muchos, pero que
plantea problemas irresolutos en lo relativo al almacenamiento de los desechos
-nocivos durante siglos y que ha llevado a Alemania a poner término a la
construcción de centrales de este tipo-, Occidente fundó su poderío en la
explotación de recursos no renovables como el carbón y luego, el petróleo.
El
desarrollo de Inglaterra y Alemania tuvo como motor la utilización del carbón.
Esta
decisión engendró estructuras sociales completamente nuevas. En primer lugar,
la concentración en los centros productores, luego la industrialización
mecanizada, que conllevó por un lado la reducción del campesinado (el éxodo
rural) y la concentración de la población en « megápolis », donde la
comercialización de los productos industriales suscitaba gracias a la
multiplicación y la centralización de los centros de distribución y los servicios
aferentes, un flujo de mano de obra para los puesto de trabajo que creaba. A
parejas de una fascinación de la juventud por las posibilidades de consumo y de
entretenimiento que ofrecía. Era sólo un señuelo puesto, que hicieron de las
concentraciones urbanas más grandes -ayer Chicago o Detroit, hoy San Pablo o
México- ciudades donde reina la miseria, la violencia y la delincuencia.
El
petróleo jugó un papel desestructurador y criminal en todo el planeta. En
primer lugar provocó la división entre los conquistadores y los países donde
éste acrecentaba la dependencia, teniendo como corolario, el subdesarrollo.
Modificó
las relaciones internacionales. El ejemplo más evidente, es la « mundialización » impuesta por EEUU,
es decir, la hegemonía fundada en el control de todos los yacimientos de
petróleo, que devino el motor del « crecimiento »
de tipo occidental, en otras palabras, el crecimiento
de la ganancia.
Todas
las guerras de EEUU y su política exterior -generadora de guerras- están
inspiradas por el deseo de apoderarse de todos los recursos posibles de
petróleo. Para hablar sólo del último período, la guerra del Golfo, que
permitió dominar la producción de Irak y, bajo pretexto de « proteger a Arabia Saudita », hacer de ella un estado
vasallo.
La
penuria y el hambre en Somalia (tan trágica como las del resto de Africa) les
interesan únicamente cuando las grandes compañías descubren yacimientos
« off shore » en sus costas.
Los
« embargos » se aplican principalmente a los países productores de
petróleo, como Libia o Irán
Las
intervenciones devastadoras en Europa, en Bosnia o Kosovo, que no son presas
petroleras, tuvieron como objetivo, ejercer
un control cada vez más estricto en Europa del Este.
Todo
ello para apoderarse luego del petróleo de Bakú y del Mar Caspio, gracias a
bases aéreas instaladas cada vez más cerca. Su apoyo incondicional a Israel,
verdadero portavión norteamericano en el Cercano Oriente, les permite controlar
el petróleo después de la caída del Chah de Irán, su gendarme favorito, la
cooperación con Turquía y sus subvenciones a Egipto (las más importantes luego
de Israel), todo ello se orienta a
neutralizar al mundo árabe.
A los
países productores de petróleo que resisten a esta invasión se les califica
como « estados rufianes »
y centros de terrorismo, por ejemplo, Libia e Irán.
Los
efectos secundarios de este robo de los recursos enegéticos del mundo, son la
causa principal de la « fractura » del planeta. La venta del petróleo
es en dólares (ese papel que desde Bretton Woods, llegó a ser equivalente con
el oro, incluso cuando Nixon rompió la paridad), y conduce a la ruina de los
países del Tercer Mundo. Están obligados por el FMI, el brazo secular de EEUU,
a arruinarse para pagar sus deudas en dólares y para tratar de iniciar un
ilusorio « desarrollo » como los países occidentales.
Están
obligados a adoptar sus estructuras políticas y policiales y convertirse en
monoproductores de materias primas, según las necesidades de la metrópolis.
Después del colonialismo clásico (cuando existían varios, con rivalidades y
cada cual con su propia presencia militar), el colonialismo unificado de EEUU,
alcanzó los mismos objetivos, sea a través de la formación de dirigentes de
dictaduras autóctonas (Escuela de las Américas para los militares de los países
de América Latina), o gracias a la corrupción generalizada.
Es
notable que escogiendo las energías no renovables, los provisorios amos del
mundo han condenado a que su propia « dominación » sea efímera. Los
recursos petrolíferos constatados hasta ahora,
aseguran sólo algunas decenas de años de duración a su clientela, e
incluso, si nuevos yacimientos fueran descubiertos, no podrían suministrar la
energía necesaria hasta fines del siglo XXI. Excluyendo por otra parte, a los
dos tercios del mundo del consumo orgíastico reservado a los países del G8, es
decir, los países más industrializados del mundo.
Por
eso, algunas « semillas de esperanza » ofrecen una alternativa a esta
entropía mundial, mostrándonos que es posible gracias a energías renovables,
garantizar a todo el planeta -y no únicamente a una parte de los seis mil
millones de seres humanos- un desarrollo duradero y solidario.
Los
pioneros en esta búsqueda, como Gilberto Freyre, y su libro « El Hombre,
la cultura y los trópicos » ; Bautista Vidal, en sus numerosos
trabajos, particularmente sobre el « desafío amazónico futuro », que
apuesta por una « civilización de los trópicos » ; Sergio de
Salvo Brito y numerosos sabios y estudiosos brasileños, han mostrado la
posibilidad concreta de asegurar al mundo otra forma de civilización
sustentable y solidaria (que no excluye a ningún pueblo), fundando esta civilización en energías renovables.
Dejaremos
la palabra a los pioneros de este nuevo ciclo de civilización, para exponer en
toda su amplitud esta formidable inversión, que permitiría como complemento de
la Ruta de la Seda en China, alcanzar nuestro objetivo mayor : la unidad
sinfónica del mundo, borrando la fractura impuesta por Occidente desde hace
cinco siglos.
Primero
a Sergio de Salvo Brito y su libro « El porvenir de la civilización de los
trópicos » (editorial Universidad de Brasilia, 1990) : « La civilización occidental, que hoy,
bajo diversas formas, domina o influencia la economía, el pensamiento, la
organización social y el modo de vida de casi toda la población del mundo, se
desarrolló a partir de regiones temperadas del Sur del continente europeo.
Desde el siglo XV comenzó la expansión
mundial de esos pueblos mediante el comercio y la conquista. Lo que en
Occidente se ha llamado Renacimiento, es el desarrollo del racionalismo
instrumental de la cultura europea y la superioridad técnica y agrícola que se
desprenden de ella. El control de los recursos fósiles de energía y el
conocimiento de la técnica de estas transformaciones condujo durante el siglo
XIX y XX, a la dominación mundial, al despreciar y destruir a las otras
civilizaciones.
En el curso de esta expansión, las gran
fuente de poder de la civilización occidental
(en la perspectiva de ese racionalismo occidental que hace abstracción
de los fines y multiplica únicamente la potencia de sus medios), fueron los
combustibles fósiles (el carbón en
Inglaterra, Francia y Alemania), cuya explotación exigía estructuras políticas
centralizadas, las del estado-nación. El desarrollo de la expansión occidental
condujo a la decadencia de las otras civilizaciones y tuvo como resultado la
aparición de terribles desigualdades :
entre el Norte y el Sur, con el restablecimiento de la esclavitud y de
todas las formas de dependencia. Y al interior de los países occidentales, con
una polarización creciente de la riqueza y del poder y el aumento de los
excluidos.
La exportación de los modos occidentales de
técnica y de producción, causó grandes daños desde el punto de vista del
desequilibrio económico y la miseria de la mayoría. Los ejemplos más típicos de
la destrucción del equilibrio natural, han sido la destrucción de los bosques
amazónicos e indonesios, o la explotación de Africa que permite que el desierto
del Sahara avance varios kilómetros por año. »
Un sólo
país, con el 6% de la población total del planeta consume 35% de la producción
mundial de alimentos, y es inadmisible que 90% de seres humanos que sufren
hambre en el mundo, vivan en zonas rurales donde la población no cesa de
aumentar. La agricultura « industrializada » que tiene sus centros de
decisión en los países ricos, es la responsable de eso. Son las multinacionales
de la industria agroalimentaria las que controlan el 85% del cacao, 90% del
café, 60% del azúcar y un punãdo de otras grandes empresas, 90% del algodón y
90% de la madera.
La
agricultura industrializada, con el empleo intensivo de capitales, es una
devoradora de energía. Es por otra parte, un aspecto de la sociedad de consumo,
porque el único criterio que retiene es el criterio económico. El
neoliberalismo se preocupa sólo de los costes económicos, sin interesarse en el
costo social ni ambiental. Su motor es siempre la mayor ganancia posible.
La
situación crítica existente en varios países tropicales a pesar de sus
potencialidades, es una consecuencia del modelo servil impuesto por los países
occidentales desde hace siglos.
Darcy
Ribeiro, antropólogo de renombre mundial
denunció en 1991 en el senado brasileño este injusto statu quo
internacional : « En nuestro
país ha aparecido una nueva moda. Se trata de la sumisión fanática al mundo de
los ricos. Una sumisión no sólo económica sino también cultural...Lo que hay
que hacer en nuestro país, no es una modernización como aquellas que hemos
conocido, que modernizan el sistema productivo para hacerlo más eficiente como
proveedor de bienes para el mercado mundial. Tenemos que dar un salto
cualitativo y establecer una economía autónoma de los grandes centros de
decisión...Debemos unirnos a los otros pueblo explotados, para combatir y poner
término al orden económico vigente, que hace que los más pobres paguen la
prosperidad de los países ricos, mediante un intercambio desigual internacional
insoportable...Tenemos todo para que florezca una civilización bella y
solidaria. Tenemos las más grandes y bellas regiones del
planeta... ¿Seremos capaces de desarrollar las potencialidades que tiene
nuestra tierra ? ¿ O es inevitable que continuemos a enriquecer a los
ricos y a empobrecernos ? Tenemos históricamente un proletariado externo
al mercado internacional. Nunca hemos existido por mosotros mismos. Hemos
existido para servir a los países ricos... ».
De esta
manera el futuro de la humanidad no es lo que será sino lo que nosotros mismos
forjemos. Ello depende en gran parte, de la construcción de una civilización
solidaria y autónoma fundada en el crisol de la vida de los trópicos, esa
región que para parafrasear a Heródoto, es un don del sol.
« El sol -dice el profesorVidal- es un gigantesco reactor en fusión nuclear,
que funde en su seno núcleos de hidrógeno, liberando así enormes cantidades de
energía que son proyectadas a través del espacio sideral hasta alcanzar la
Tierra, bajo forma de ondas electromagnéticas calóricas, visibles como los
rayos ultravioletas. Es un reactor que situado a una distancia prudente no
causa daño. Nos envía rayos limpios, depurados de las ondas ultravioletas,
gracias al filtro constituido por la capa de ozono que envuelve a la Tierra.
Esta capa protectora está siendo destruida, por substancias lanzadas en la
atmósfera, como resultado de un tipo de industrialización, a la base de la cual
se encuentra la « racionalidad » de las teorías económicas que
expresan los intereses económicos de los países hegemónicos.
Nada se crea, nada se destruye, todo se
transforma. Ese es el primer principio de la termodinámica. Ninguna ‘ley’
del mercado puede alterar este principio inexorable. Se trata de un principio
que rige al mundo físico. Pero esta energía puede ser deteriorada, reducida. He
ahí el problema fundamental : la
confrontación y la supremacía de esas astutas pseudo leyes del mercado, sobre
los principios y las leyes de la naturaleza. El trabajo, la inteligencia,
la creatividad y el conocimiento tecnológico son factores necesarios, pero no suficientes para crear y mantener a
las civilizaciones. La base fundamental de su existencia y evolución, está
ligada obligatoriamente al potencial energético, siempre nacido del patrimonio
natural. No se puede alterar esta realidad física, sin producir graves
consecuencias, definidas con rigor por la ciencia ».
Entre
los recursos naturales más despreciados e ignorados por las teorías impuestas
por los países ricos, está el sol. Los bosques son el resultado -gracias a la
fotosíntesis- de esta gigantesca energía enviada por el sol. Es ella la que hace
posible los ciclos naturales y garantiza la vida.
La
cantidad de energía que cae cada día sobre los Trópicos húmedos equivale a 6
millones de bombas nucleares del tipo Hiroshima. En circunstancias que la
civilización del petróleo es « civilización de un día », tenemos la
base energética de otra civilización a condición de terminar con la dependencia
externa.
El
petróleo y el carbón también tienen su origen en el sol. Su formación ha
necesitado de 200 a 300 millones de años, en cambio, el carbón vegetal, la
energía eólica o la biomasa, se renuevan de manera permanente. La fotosíntesis
capta esta energía gracias a las plantas.
A
escala mundial, fueron destruidas culturas que estaban mejor integradas a las
condiciones del medio y a las formas de organización social correspondientes,
para imponer monoproducciones agrícolas como el café, el azúcar, cacahuetes,
etc. Del punto de vista industrial se procedió al saqueo del petróleo y luego
al de las riquezas mineras. De esta manera se destruyeron no sólo el equilibrio
natural, sino también las formas de organización social que habían mantenido el
equilibrio ecológico durante milenios.
La
decisión de explotar las fuentes de energía fósil no renovables y la lógica
interna del sistema, que implica la utilización de cantidades cada vez más
grandes de dicha energía, condujo a la situación actual, de agotamiento de
estos recursos, tanto que hoy, al ritmo actual de utilización, los recursos
provenientes del petróleo existentes indican que en algunas decenas de años se agotarán
totalmente, incluso si se descubrieran nuevos yacimientos, que prolongaran por
algunos años más la producción de petróleo, su agotamiento total es
ineluctable.
Este
modo de utilización de las energías no renovables, conlleva la destrucción de
las milenarias grandes fuentes de energía renovables. El ejemplo más evidente
es el saqueo de la selva amazónica para producir energía eléctrica según
métodos occidentales, como las grandes represas hidroeléctricas, que implican
en Brasil la inundación y por lo tanto, la destrucción de miles de hectáreas de
selva virgen.
Una
selva bien explotada puede producir normalmente, entre 2 a 3 estéreos de madera
por hectárea anualmente. La misma explotación en la selva tropical puede
suministrar entre 40 y 60 estéreos por hectárea al año. Brasil por ejemplo,
posee creca de 325 millones de hectáreas de tierras no propicias para el
cultivo, pero la mitad (que representa el 20% del territorio nacional) puede
ser explotada para la industria forestal de manera apropiada. Ello permitiría
producir de manera permanente el equivalente energético de 6 mil millones de
barriles de petróleo por año, es decir, casi la producción total de los países
de la OPEP.
La
utilización parcial de este potencial energético, cambiaría toda la estructura
de poder mundial.
En la
zona tropical podría instaurarse una nueva distribución de poder, puesto que la
mutación histórica de rehabilitación del hombre tropical y de su medio natural,
permitiría, a partir de los recursos energéticos renovables, particularmente la
biomasa, crear nuevas formas de relaciones sociales y políticas. Esto exige que
los depredadores occidentales y sus vasallos, pongan fin a la explotación de
estos recursos naturales, fundando un modelo de desarrollo basado en la
explotación racional de estos recursos renovables, con todas las consecuencias
políticas, estratégicas o ecológicas que resultan.
El
informe titulado « Proyecto energético y tecnológico adaptado al medio
ambiente » (Brasilia,1986) indica : « La causa principal de la destrucción de la selva tropical, es el
desarrollo de una estructura económica fundada en los modelos tecnológicos
importados, que conducen a la degradación del medio ambiente ».
El caso
de la biomasa es emblemático. El
problema mayor para su desarrollo no se encuentra en el campo tecnológico sino
en el campo geopolítico : « La
tecnología relativa a la utilización de la biomasa para fines energéticos, se
desarrolló esenciamente en Europa durante el siglo XIX. Tenía un rendimiento
bajo, considerando la insuficiente exposición al sol de las regiones
temperadas. Con el desarrollo industrial, esos recursos fueron insuficientes y
la utilización de la biomasa (leña) fue abandonada. Costumbres ligadas al
mimetismo cultural, alentadas por el modelo de desarrollo dependiente, hicieron
que esta actitud de los países industrializados fuera copiada por las naciones de la periferia y la alternativa real
que ofrece la biomasa se consideró sobrepasada y sin perspectivas. Pero esas
concepciones contradicen la realidad y deben ser revisadas a la luz de una
comprensión más profunda del potencial de la biomasa energética ».
La
energía de la biomasa producida por la fotosíntesis tiene un gran valor
estratégico ; ofrece a los países periféricos oportunidades históricamente
sin comparación, desde el punto de vista energético, social y político.
La
biomasa requiere una inversión de capitales relativamente poco importante en
relación a las energías fósiles. Además, puede desarrollarse con los medios
existentes, a nivel regional o local.
La
biomasa es más que una alternativa energética, ella constituye la base de un
desarrollo tecnológico e industrial viable, fundado en datos concretos de la
realidad que ofrecen los trópicos, con la integración del hombre a una economía
en armonía con su medio ambiente natural.
La
biomasa energética situada en Amazonía, particularmente la mandioca, los
aceites vegetales, la celulosa, la caña de azúcar, el sorgo, etc., pueden
reemplazar a los derivados del petróleo como combustible para motores Diesel y
Otto, calderas, turbinas, etc. La producción de electricidad, es por otra
parte, una de las aplicaciones de este potencial de biomasa que tiene
Brasil : utilización de lignito, aceites y carbón vegetal.
El
programa de producción de alcohol llevado a cabo en Brasil - a pesar de los
intentos extranjeros por detenerlo- constituye una de las grandes ventajas de
este país, que podría reemplazar en el futuro progresivamente al petróleo, y a
largo plazo, poner fin a su dependencia energética. Con más de 400 fábricas con
un capacidad de producción de 16 mil millones de litros de alcohol etílico,
este programa es el más importante en el campo de la biotecnología en Brasil, y
uno de los más importantes del mundo. Además si estas potencialidades se
extendieran a otros productos energéticos y a otros combustibles substitutivos
del petróleo, dicho proyecto podría tener un alcance mundial. En el campo de la
biomasa, Brasil se sitúa entre aquellos que disponen de la tecnología más
adecuada, como resultado de la existencia hasta en 1979, de estructuras
institucionales, coordinación y voluntad política. Más de 1 300 ingenieros e
investigadores trabajaban en este programa que después fue interrumpido.
Este
inmenso potencial energético que representa la biomasa tropical, constituye un
factor que podría hacer cambiar la estructura de poder a escala internacional.
Por esta razón, la utilización y el desarrollo de los trópicos -principalmente
en América del Sur, Africa y en el Sudeste asiático, han sido sistemáticamente
desalentados por los países centrales, que controlan por su parte, las otras
fuentes de energía en el mundo.
Dispersada
en Amazonía, la biomasa puede jugar también un papel descentralizador,
contribuyendo a la distribución más uniforme de la población en ese vasto
territorio. En el caso de Brasil, ello ayudaría a la transformación de la
organización económica, social y política del país, rompiendo la organización
actual, dependiente de la producción centralizada de la energía, fundamental,
se dice, para servir a las grandes aglomeraciones urbanas.
La
alternativa que representa la utilización de la biomasa, implica una nueva
forma de ocupación del territorio y conduce a una nueva concepción de la
civilización.
Por
supuesto, no se trata de proceder a la depredación sistemática de los bosques,
señala J.B. Vidal, sino a una explotación racional de éstos, lo que implica la
preservación del patrimonio natural de los trópicos por vía de la reforestación
sistemática de los territorios. La utilización de aceites vegetales, ofrece
excelentes condiciones para la preparación de substitutos al aceite Diesel. Si
se toma como ejemplo la productividad media de 4 toneladas anuales por
hectárea, y si tomamos 2 millones de hectáreas en Bahía y 70 millones de
hectáreas en Amazonía, se podría pensar en una producción de aceite equivalente
a 6 millones de barriles de aceite Diesel
por día, 18 veces el consumo actual del Brasil.
En lo
concerniente a la producción de etanol, Brasil podría alcanzar con la
tecnología actual, una producción media anual de 6 000 litros por hectárea,
gracias a la caña de azúcar y la mandioca. Así una producción de 50 mil
millones de litros por año (880 mil barriles diarios de alcohol) necesitaría
sólo 8,5 hectáreas, apenas el 1% de su territorio.
La
producción de alcohol representa 180 mil barriles de petróleo por día, la
creación de casi un millón de empleos directos, la activación de la industria,
con la construcción de cerca de 600 nuevas industrias, la producción y la
circulación de más de 2 millones de coches utilizando alcohol como combustible.
Extrapolando
estas cifras y estos ejemplos a escala internacional, los especialistas afirman
que con el desarrollo de las selvas y de los cultivos energéticos tropicales,
sería posible satisfacer toda la demanda mundial de combustibles sólidos,
líquidos y gaseosos y las necesidades en electricidad por un período
prácticamente ilimitado.
Gracias
a estas potencialidades económicas, a sus consecuencias sociales y a su
extensión cuantitativa, la biomasa puede llegar a ser a mediano plazo, la
principal palanca para el desarrollo del mundo tropical, y a más largo plazo,
una poderosa herramienta para transformar la estructura mundial de poder .
Roger Garaudy
Roger Garaudy