COCHABAMBA, ACUERDO DE LOS PUEBLOS: HOY, NUESTRA MADRE TIERRA ESTÁ HERIDA Y EL
FUTURO DE LA HUMANIDAD ESTÁ EN PELIGRO
ACUERDO DE LOS PUEBLOS
De
incrementarse el calentamiento global en más de 2º C, a lo que nos conduciría
el llamado “Entendimiento de Copenhague” existe el 50% de probabilidades de que
los daños provocados a nuestra Madre Tierra sean totalmente irreversibles.
Entre un 20% y un 30% de las especies estaría en peligro de desaparecer.
Grandes extensiones de bosques serían afectadas, las sequías e inundaciones
afectarían diferentes regiones del planeta, se extenderían los desiertos y se
agravaría el derretimiento de los polos y los glaciares en los Andes y los
Himalayas. Muchos Estados insulares desaparecerían y el África sufriría un
incremento de la temperatura de más de 3º C. Así mismo, se reduciría la
producción de alimentos en el mundo con efectos catastróficos para la
supervivencia de los habitantes de vastas regiones del planeta, y se
incrementaría de forma dramática el número de hambrientos en el mundo, que ya
sobrepasa la cifra de 1.020 millones de personas.
Las
corporaciones y los gobiernos de los países denominados “más desarrollados”, en
complicidad con un segmento de la comunidad científica, nos ponen a discutir el
cambio climático como un problema reducido a la elevación de la temperatura sin
cuestionar la causa que es el sistema capitalista.
Confrontamos la crisis terminal del modelo civilizatorio
patriarcal basado en el sometimiento y destrucción de seres humanos y
naturaleza que se aceleró con la revolución industrial.
El sistema capitalista nos ha impuesto una lógica de
competencia, progreso y crecimiento ilimitado. Este régimen de producción y
consumo busca la ganancia sin límites, separando al ser humano de la
naturaleza, estableciendo una lógica de dominación sobre ésta, convirtiendo
todo en mercancía: el agua, la tierra, el genoma humano, las culturas
ancestrales, la biodiversidad, la justicia, la ética, los derechos de los
pueblos, la muerte y la vida misma. Bajo el capitalismo, la Madre Tierra se
convierte en fuente sólo de materias primas y los seres humanos en medios de
producción y consumidores, en personas que valen por lo que tienen y no por lo
que son.
El capitalismo requiere una potente industria militar para
su proceso de acumulación y el control de territorios y recursos naturales,
reprimiendo la resistencia de los pueblos. Se trata de un sistema imperialista
de colonización del planeta. La humanidad está frente a una gran disyuntiva:
continuar por el camino del capitalismo, la depredación y la muerte, o
emprender el camino de la armonía con la naturaleza y el respeto a la vida.
Requerimos forjar un nuevo sistema que restablezca la
armonía con la naturaleza y entre los seres humanos. Sólo puede haber
equilibrio con la naturaleza si hay equidad entre los seres humanos.
Planteamos a los pueblos del mundo la recuperación,
revalorización y fortalecimiento de los conocimientos, sabidurías y prácticas
ancestrales de los Pueblos Indígenas, afirmados en la vivencia y propuesta de
“Vivir Bien”, reconociendo a la Madre Tierra como un ser vivo, con el cual
tenemos una relación indivisible, interdependiente, complementaria y
espiritual.
Para enfrentar el cambio climático debemos reconocer a la
Madre Tierra como la fuente de la vida y forjar un nuevo sistema basado en los
principios de: armonía y equilibrio entre todos y con todo complementariedad,
solidaridad, y equidad bienestar colectivo y satisfacción de las necesidades
fondamentales de todos en
armonía con la Madre Tierra respeto a los Derechos de la Madre Tierra y a los
Derechos Humanos reconocimiento del ser humano por lo que es y no por lo que
tiene eliminación de toda forma de colonialismo, imperialismo e
intervencionismo; paz entre los pueblos y con la Madre Tierra.
El modelo que propugnamos no es de desarrollo destructivo
ni ilimitado. Los países necesitan producir bienes y servicios para satisfacer
las necesidades fundamentales de su población, pero de ninguna manera pueden
continuar por este camino de desarrollo en el cual los países más ricos tienen
una huella ecológica 5 veces más grande de lo que el planeta es capaz de
soportar. En la actualidad ya se ha excedido en más de un 30% la capacidad del
planeta para regenerarse. A este ritmo de sobreexplotación de nuestra Madre
Tierra se necesitarían 2 planetas para el 2030.
En un sistema interdependiente del cual los seres humanos
somos uno de sus componentes no es posible reconocer derechos solamente a la
parte humana sin provocar un desequilibrio en todo el sistema. Para garantizar
los derechos humanos y restablecer la armonía con la naturaleza es necesario
reconocer y aplicar efectivamente los derechos de la Madre Tierra.
Para ello proponemos el proyecto adjunto de Declaración
Universal de Derechos de la Madre Tierra en el cual se consignan: Derecho a la
vida y a existir; Derecho a ser respetada; Derecho a la continuación de sus
ciclos y procesos vitales libre de alteraciones humanas; Derecho a mantener su
identidad e integridad como seres diferenciados, auto‐regulados e
interrelacionados; Derecho al agua como fuente de vida; Derecho al aire limpio;
Derecho a la salud integral; Derecho a estar libre de la contaminación y
polución, de desechos tóxicos y radioactivos; Derecho a no ser alterada
genéticamente y modificada en su estructura amenazando su integridad o
funcionamiento vital y saludable. Derecho a una restauración plena y pronta por
las violaciones a los derechos reconocidos en esta Declaración causados por las
actividades humanas.
La visión compartida es estabilizar las concentraciones de
gases de efecto invernadero para hacer efectivo el Artículo 2 de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que determina “la
estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera a un nivel que impida interferencias antropogénicas peligrosas para
el sistema climático”. Nuestra visión es, sobre la base del principio de las
responsabilidades históricas comunes pero diferenciadas, exigir que los países
desarrollados se comprometan con metas cuantificadas de reducción de emisiones
que permitan retornar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la
atmósfera a 300 ppm y así, limitar el incremento de la temperatura media global
a un nivel máximo de 1°C.
Enfatizando la necesidad de acción urgente para lograr
esta visión, y con el apoyo de los pueblos, movimientos y países, los países
desarrollados deberán comprometerse con metas ambiciosas de reducción de
emisiones que permitan alcanzar objetivos a corto plazo, manteniendo nuestra
visión a favor del equilibrio del sistema climático de la Tierra, de acuerdo al
objetivo último de la Convención.
La “visión compartida” para la “Acción Cooperativa a Largo
Plazo” no debe reducirse en la negociación de cambio climático a definir el
límite en el incremento de la temperatura y la concentración de gases de efecto
invernadero en la atmósfera, sino que debe comprender de manera integral y
equilibrada un conjunto de medidas financieras, tecnológicas, de adaptación, de
desarrollo de capacidades, de patrones de producción, consumo y otras
esenciales como el reconocimiento de los derechos de la Madre Tierra para
restablecer la armonía con la naturaleza. 3
Los países desarrollados,
principales causantes del cambio climático, asumiendo su responsabilidad
histórica y actual, deben reconocer y honrar su deuda climática en todas sus
dimensiones, como base para una solución justa, efectiva y científica al cambio
climático. En este marco exigimos a los países desarrollados que:
Restablezcan a los países en desarrollo el espacio
atmosférico que está ocupado por sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Esto implica la descolonización de la atmósfera mediante la reducción y
absorción de sus emisiones.
Asuman los costos y las necesidades de transferencia de
tecnología de los países en desarrollo por la pérdida de oportunidades de
desarrollo por vivir en un espacio atmosférico restringido.
Se hagan responsables por los cientos de millones que
tendrán que migrar por el cambio climático que han provocado y que eliminen sus
políticas restrictivas de migración y ofrezcan a los migrantes una vida digna y
con todos los derechos en sus países.
Asuman la deuda de adaptación relacionadas a los impactos
del cambio climático en los países en desarrollo proveyendo los medios para
prevenir, minimizar y atender los daños que surgen de sus excesivas emisiones.
Honren estas deudas como parte de una deuda mayor con la
Madre Tierra adoptando y aplicando la Declaración Universal de los Derechos de
la Madre Tierra en las Naciones Unidas.
El enfoque debe ser no solamente de compensación
económica, sino principalmente de justicia restaurativa – es decir restituyendo
la integridad a las personas y a los miembros que forman una comunidad de vida
en la Tierra.
Deploramos el intento de un grupo de países de anular el
Protocolo de Kioto el único instrumento legalmente vinculante específico para
la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de los países
desarrollados.
Advertimos al mundo que no obstante estar obligados
legalmente las emisiones de los países desarrollados en lugar de reducir,
crecieron en un 11,2% entre 1990 y 2007.
Estados Unidos a causa del consumo ilimitado aumentó sus
emisiones de GEI en 16,8% durante el periodo 1990 al 2007, emitiendo como
promedio entre 20 y 23 toneladas anuales de CO2 por habitante, lo que
representa más de 9 veces las emisiones correspondientes a un habitante
promedio del Tercer Mundo, y más de 20 veces las emisiones de un habitante de África
Subsahariana.
Rechazamos de manera absoluta el ilegitimo “Entendimiento
de Copenhague”, que permite a estos países desarrollados ofertar reducciones
insuficientes de gases de efecto invernadero, basadas en compromisos
voluntarios e individuales, que violan la integridad ambiental de la Madre
Tierra conduciéndonos a un aumento de alrededor de 4ºC.
La próxima Conferencia sobre Cambio Climático a realizarse
a fines de año en México debe aprobar la enmienda al Protocolo de Kioto, para
el segundo período de compromisos a iniciarse en 2013 a 2017 en el cual los
países desarrollados deben comprometer reducciones domésticas significativas de
al menos el 50% respecto al año base de 1990 sin incluir mercados de carbono u
otros sistemas de desviación que enmascaran el incumplimiento de las
reducciones reales de emisiones de gases de efecto invernadero. Requerimos
establecer primero una meta para el conjunto de los países desarrollados para
luego realizar la asignación individual para cada país desarrollado en el marco
de una comparación de esfuerzos entre cada uno de ellos, manteniendo así el
sistema del Protocolo de Kioto para las reducciones de las 4
emisiones. Los Estados Unidos
de América, en su carácter de único país de la Tierra del Anexo 1 que no
ratificó el Protocolo de Kioto tiene una responsabilidad significativa ante
todos los pueblos del mundo por cuanto debe ratificar el Protocolo de Kioto y
comprometerse a respetar y dar cumplimiento a los objetivos de reducción de
emisiones a escala de toda su economía.
Los pueblos tenemos los mismos derechos de protección ante
los impactos del cambio climático y rechazamos la noción de adaptación al
cambio climático entendida como la resignación a los impactos provocados por
las emisiones históricas de los países desarrollados, quienes deben adaptar sus
estilos de vida y de consumo ante esta emergencia planetaria. Nos vemos
forzados a enfrentar los impactos del cambio climático, considerando la
adaptación como un proceso y no como una imposición, y además como herramienta
que sirva para contrarrestarlos, demostrando que es posible vivir en armonía
bajo un modelo de vida distinto.
Es necesario construir un Fondo de Adaptación, como un
fondo exclusivo para enfrentar el cambio climático como parte de un mecanismo
financiero manejado y conducido de manera soberana, transparente y equitativa
por nuestros Estados. Bajo este Fondo se debe valorar: los impactos y sus
costos en países en desarrollo y las necesidades que estos impactos deriven, y
registrar y monitorear el apoyo por parte de países desarrollados. Éste debe
manejar además un mecanismo para el resarcimiento por daños por impactos
ocurridos y futuros, por pérdida de oportunidades y la reposición por eventos
climáticos extremos y graduales, y costos adicionales que podrían presentarse
si nuestro planeta sobrepasa los umbrales ecológicos así como aquellos impactos
que están frenando el derecho a Vivir Bien.
El “Entendimiento de Copenhague” impuesto sobre los países
en desarrollo por algunos Estados, más allá de ofertar recursos insuficientes,
pretende en si mismo dividir y enfrentar a los pueblos y pretende extorsionar a
los países en desarrollo condicionando el acceso a recursos de adaptación a
cambio de medidas de mitigación. Adicionalmente se establece como inaceptable
que en los procesos de negociación internacional se intente categorizar a los
países en desarrollo por su vulnerabilidad al cambio climático, generando
disputas, desigualdades y segregaciones entre ellos.
El inmenso desafío que enfrentamos como humanidad para
detener el calentamiento global y enfriar el planeta sólo se logrará llevando
adelante una profunda transformación en la agricultura hacia un modelo
sustentable de producción agrícola campesino e indígena/originario, y otros
modelos y prácticas ancestrales ecológicas que contribuyan a solucionar el
problema del cambio climático y aseguren la Soberanía Alimentaria, entendida
como el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua
y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción en
armonía con la Madre Tierra, local y culturalmente apropiada, el acceso de los
pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos en complementación con
la Madre Tierra y profundizando la producción autónoma (participativa,
comunitaria y compartida) de cada nación y pueblo.
El Cambio Climático ya está produciendo profundos impactos
sobre la agricultura y los modos de vida de los pueblos indígenas/originarios y
campesinos del mundo y estos impactos se irán agravando en el futuro.
El agro negocio a través de su modelo social, económico y
cultural de producción capitalista globalizada y su lógica de producción de
alimentos para el mercado y no para cumplir con el derecho a la alimentación,
es una de las causas principales del cambio climático. Sus herramientas
tecnológicas, comerciales y políticas no hacen más que profundizar la crisis
climática e incrementar el hambre en el planeta. Por esta razón rechazamos los
Tratados de Libre Comercio y Acuerdos de Asociación y toda 5
forma de aplicación de los
Derechos de Propiedad Intelectual sobre la vida, los paquetes tecnológicos
actuales (agroquímicos, transgénicos) y aquellos que se ofrecen como falsas
soluciones (agrocombustibles, geoingeniería, nanotecnología, tecnología Terminator
y similares) que únicamente agudizarán la crisis actual.
Al mismo tiempo denunciamos como este modelo capitalista
impone megaproyectos de infraestructura, invade territorios con proyectos
extractivistas, privatiza y mercantiliza el agua y militariza los territorios
expulsando a los pueblos indígenas y campesinos de sus territorios, impidiendo
la Soberanía Alimentaria y profundizando la crisis socioambiental.
Exigimos reconocer el derecho de todos los pueblos, los
seres vivos y la Madre Tierra a acceder y gozar del agua y apoyamos la
propuesta del Gobierno de Bolivia para reconocer al agua como un Derecho Humano
Fundamental.
La definición de bosque utilizada en las negociaciones de
la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, la cual
incluye plantaciones, es inaceptable. Los monocultivos no son bosques. Por lo
tanto, exigimos una definición para fines de negociación que reconozca los
bosques nativos y la selva y la diversidad de los ecosistemas de la tierra.
La Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos
Indígenas debe ser plenamente reconocida, implementada e integrada en las
negociaciones de cambio climático. La mejor estrategia y acción para evitar la
deforestación y degradación y proteger los bosques nativos y la selva es
reconocer y garantizar los derechos colectivos de las tierras y territorios
considerando especialmente que la mayoría de los bosques y selvas están en los
territorios de pueblos y naciones indígenas, comunidades campesinas y
tradicionales.
Condenamos los mecanismos de mercado, como el mecanismo de
REDD (Reducción de emisiones por la deforestación y degradación de bosques) y
sus versiones + y ++, que está violando la soberanía de los Pueblos y su
derecho al consentimiento libre, previo e informado, así como a la soberanía de
Estados nacionales, y viola los derechos, usos y costumbres de los Pueblos y
los Derechos de la Naturaleza.
Los países contaminadores están obligados a transferir de
manera directa los recursos económicos y tecnológicos para pagar la
restauración y mantenimiento de los bosques y selvas, en favor de los pueblos y
estructuras orgánicas ancestrales indígenas, originarias, campesinas. Esto
deberá ser una compensación directa y adicional a las fuentes de financiamiento
comprometidas por los países desarrollados, fuera del mercado de carbono y
nunca sirviendo como las compensaciones de carbono (offsets). Demandamos a los
países a detener las iniciativas locales en bosques y selvas basados en
mecanismos de mercado y que proponen resultados inexistentes y condicionados.
Exigimos a los gobiernos un programa mundial de restauración de bosques nativos
y selvas, dirigido y administrado por los pueblos, implementando semillas
forestales, frutales y de flora autóctona. Los gobiernos deben eliminar las
concesiones forestales y apoyar la conservación del petróleo bajo la tierra y
que se detenga urgentemente la explotación de hidrocarburos en las selvas.
Exigimos a los Estados que reconozcan, respeten y
garanticen la efectiva aplicación de los estándares internacionales de derechos
humanos y los derechos de los Pueblos Indígenas, en particular la Declaración
de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el Convenio
169 de la OIT, entre otros instrumentos pertinentes, en el marco de las
negociaciones, políticas y medidas para resolver los desafíos planteados por el
cambio climático. En especial, demandamos a los Estados a que reconozcan
jurídicamente la preexistencia del derecho sobre nuestros territorios, tierras
y recursos 6
naturales para posibilitar y
fortalecer nuestras formas tradicionales de vida y contribuir efectivamente a
la solución del cambio climático.
Demandamos la plena y efectiva aplicación del derecho a la
consulta, la participación y el consentimiento previo, libre e informado de los
Pueblos Indígenas en todos los procesos de negociación así como en el diseño e
implementación de las medidas relativas al cambio climático.
En la actualidad la degradación medioambiental y el cambio
climático alcanzarán niveles críticos, siendo una de las principales
consecuencias la migración interna así como internacional. Según algunas
proyecciones en 1995 existían alrededor de 25 millones de migrantes climáticos,
al presente se estima en 50 millones y las proyecciones para el año 2050 son de
200 a 1000 millones de personas que serán desplazadas por situaciones derivadas
del cambio climático.
Los países desarrollados deben asumir la responsabilidad
sobre los migrantes climáticos, acogiéndolos en sus territorios y reconociendo
sus derechos fundamentales, a través de la firma de convenios internacionales
que contemplen la definición de migrante climático para que todos los Estados
acaten sus determinaciones.
Constituir un Tribunal Internacional de Conciencia para
denunciar, hacer visible, documentar, juzgar y sancionar las violaciones de los
derechos de los(s) migrantes, refugiados(as) y desplazados en los países de
origen, tránsito y destino, identificando claramente las responsabilidades de
los Estados, compañías y otros actores.
El financiamiento actual destinado a los países en
desarrollo para cambio climático y la propuesta del Entendimiento de Copenhague
son ínfimos. Los países desarrollados deben comprometer un financiamiento anual
nuevo, adicional a la Ayuda Oficial al Desarrollo y de fuente pública, de al
menos 6% de su PIB para enfrentar el cambio climático en los países en
desarrollo. Esto es viable tomando en cuenta que gastan un monto similar en
defensa nacional y destinaron 5 veces más para rescatar bancos y especuladores
en quiebra, lo que cuestiona seriamente sus prioridades mundiales y su voluntad
política. Este financiamiento debe ser directo, sin condicionamiento y no
vulnerar la soberanía nacional ni la autodeterminación de las comunidades y
grupos más afectados.
En vista de la ineficiencia del mecanismo actual, en la
Conferencia de México se debe establecer un nuevo mecanismo de financiamiento
que funcione bajo la autoridad de la Conferencia de las Partes de la Convención
Marco de las Naciones Unidas sobre cambio Climático rindiendo cuentas a la
misma, con una representación significativa de los países en desarrollo para
garantizar el cumplimiento de los compromisos de financiamiento de los países
Anexo 1.
Se ha constatado que los países desarrollados
incrementaron sus emisiones en el periodo 1990 – 2007, no obstante haber
manifestado que la reducción se vería sustancialmente coadyuvada con mecanismos
de mercado.
El mercado de carbono se ha transformado en un negocio
lucrativo, mercantilizando nuestra Madre Tierra, esto no representa una
alternativa para afrontar el cambio climático, puesto que saquea, devasta la
tierra, el agua e incluso la vida misma.
La reciente crisis financiera ha demostrado que el mercado
es incapaz de regular el sistema financiero, que es frágil e inseguro ante la
especulación y la aparición de agentes intermediarios, por lo tanto, sería una
total irresponsabilidad dejar en sus manos el cuidado y protección de la propia
existencia humana y de nuestra Madre Tierra. 7
Consideramos inadmisible que
las negociaciones en curso pretendan la creación de nuevos mecanismos que
amplíen y promuevan el mercado de carbono toda vez que los mecanismos
existentes nunca resolvieron el problema del Cambio Climático ni se
transformaron en acciones reales y directas en la reducción de gases de efecto
invernadero.
Es imprescindible exigir el cumplimento de los compromisos
asumidos por los países desarrollados en la Convención Marco de Naciones Unidas
sobre Cambio Climático respecto al desarrollo y transferencia de tecnología,
así como rechazar la “vitrina tecnológica” propuesta por países desarrollados
que solamente comercializan la tecnología. Es fundamental establecer los
lineamientos para crear un mecanismo multilateral y multidisciplinario para el
control participativo, la gestión y la evaluación continua del intercambio de
tecnologías. Estas tecnologías deben ser útiles, limpias, y socialmente
adecuadas. De igual manera es fundamental el establecimiento de un fondo de
financiamiento e inventario de tecnologías apropiadas y liberadas de derechos
de propiedad intelectual, en particular, de patentes que deben pasar de
monopolios privados a ser de dominio público, de libre accesibilidad y bajo
costo.
El conocimiento es universal, y por ningún motivo puede
ser objeto de propiedad privada y de utilización privativa, como tampoco sus
aplicaciones en forma de tecnologías. Es deber de los países desarrollados
compartir su tecnología con países en desarrollo, crear centros de
investigación para la creación de tecnologías e innovaciones propias, así como
defender e impulsar su desarrollo y aplicación para el vivir bien. El mundo
debe recuperar, aprender, reaprender los principios y enfoques del legado
ancestral de sus pueblos originarios para detener la destrucción del planeta,
así como los conocimientos y prácticas ancestrales y recuperación de la
espiritualidad en la reinserción del vivir bien juntamente con la Madre Tierra.
Considerando la falta de voluntad política de los países
desarrollados para cumplir de manera efectiva sus compromisos y obligaciones
asumidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático y el Protocolo de Kioto, y frente a la inexistencia de una instancia
legal internacional que prevenga y sancione todos aquellos delitos y crímenes
climáticos y ambientales que atenten contra los derechos de la Madre Tierra y
la humanidad, demandamos la creación de un Tribunal Internacional de Justicia
Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir,
juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u
omisión contaminen y provoquen el cambio climático. Respaldar a los Estados que
presenten demandas en la Corte Internacional de Justicia contra los países
desarrollados que no cumplen con sus compromisos bajo la Convención Marco de
las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kioto
incluyendo sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero.
Instamos a los pueblos a proponer y promover una profunda reforma de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), para que todos sus Estados miembros
cumplan las decisiones del Tribunal Internacional de Justicia Climática y
Ambiental.
El futuro de la humanidad está en peligro y no podemos
aceptar que un grupo de gobernantes de países desarrollados quieran definir por
todos los países como lo intentaron hacer infructuosamente en la Conferencia de
las Partes de Copenhague. Esta decisión nos compete a todos los pueblos. Por
eso es necesaria la realización de un Referéndum Mundial, plebiscito o consulta
popular, sobre el cambio Climático en el cuál todos seamos consultados sobre:
el nivel de reducciones de emisiones que deben hacer los países desarrollados y
las empresas transnacionales; el financiamiento que deben proveer los países
desarrollados; la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática;
la necesidad de una Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra y; la
necesidad de cambiar el actual sistema capitalista. 8
El proceso del Referéndum
Mundial, plebiscito o consulta popular será fruto de un proceso de preparación
que asegure el desarrollo exitoso del mismo.
Con el fin de coordinar nuestro accionar internacional e
implementar los resultados del presente “Acuerdo de los Pueblos” llamamos a
construir un Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre Tierra que se
basará en los principios de complementariedad y respeto a la diversidad de
origen y visiones de sus integrantes, constituyéndose en un espacio amplio y
democrático de coordinación y articulación de acciones a nivel mundial.
Con tal propósito, adoptamos el plan de acción mundial
adjunto para que en México los países desarrollados del Anexo 1 respeten el
marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en
un 50 % y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo.
Finalmente,
acordamos realizar la 2ª Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio
Climático y los Derechos de la Madre Tierra en el 2011 como parte de este
proceso de construcción del Movimiento Mundial de los Pueblos por la Madre
Tierra y para reaccionar frente a los resultados de la Conferencia de Cambio
Climático que se realizará a fines de año en Cancún, México.