ANEXOS
(Textos y documentos)
(Textos y documentos)
1. Un ejemplo revelador de las nuevas Cruzadas:
Pinochet y Chile. Para
comprender los métodos puestos en marcha, constantemente en su política, por
los dirigentes de Estados Unidos y las tácticas dilatorias creadas para
retardar el juicio de Pinochet, hasta una muerte natural del torturador de
Chile, es útil leer los documentos desclasificados de la CIA, publicados en Le
Monde el 11 de diciembre de 1998, y que muestran cómo los dirigentes
norteamericanos perpetúan sus crímenes contra la paz (en este caso, su
participación en la destrucción física de Salvador Allende a través un golpe de
estado organizado por ellos para instaurar la dictadura de Pinochet).
Esto permite
revelar también el papel del demócrata cristiano Eduardo Frei (cómplice en
aquel entonces de la CIA) en la política actual de apoyo a Pinochet contra la
justicia que debe sancionar sus crímenes contra la humanidad.
Esto explica
igualmente la oposición de Estados Unidos a la creación de una Corte de
Justicia Internacional que permitirá, si es realmente legítima, llevar al banco
de los criminales a la mayoría de sus dirigentes, de Nixon y Kissinger a
Clinton y Ariel Sharon, los perros de caza del Líbano, piezas claves del
gobierno de Netanahyou y de su política colonialista en Palestina.
En el mismo
número, un artículo de Pierre Kalfon, antiguo corresponsal de Le Monde en
Santiago de Chile, y autor de un libro sobre Allende, presenta resumidamente
los mecanismos de intervención norteamericana para colocar a Pinochet en el
poder con la complicidad del actual Presidente de Chile, Eduardo Frei. El
título del artículo es: Un Vietnam silencioso.
A
continuación un extracto:
“Unidos no esperó su victoria electoral de 1970 para interceptar el camino de Allende. En 1963, para obstaculizar al “candidato marxista”, la CIA había financiado, con más de 3 millones de dólares, la campaña de su rival demócrata cristiano, Eduardo Frei, elegido en 1964.
“Unidos no esperó su victoria electoral de 1970 para interceptar el camino de Allende. En 1963, para obstaculizar al “candidato marxista”, la CIA había financiado, con más de 3 millones de dólares, la campaña de su rival demócrata cristiano, Eduardo Frei, elegido en 1964.
En 1970,
cuando Allende gana la mayoría relativa con 36,3 % de votos, el presidente
Nixon enfurecido no se confiesa derrotado. Para impedir que “un amigo de Cuba”
se instale a la cabeza de un país del hemisferio americano, ordena a la CIA
“hacerlo todo” para que esa victoria no sea confirmada por el Congreso chileno.
Entonces otorga a la Agencia un crédito de 250.000 dólares para comprar los
parlamentarios. Pero Chile no es una República bananera, y el presidente Frei,
listo para jugar el juego de Washington, no logra imponer su partido. No le
queda otro remedio a Nixon que utilizar la fuerza, la de un golpe de Estado.
Nixon
convocó en Washington a su embajador en Santiago, Edward Korry, y golpeando el
puño contra la palma de su mano le explicó que “hay que aplastar a ese hijo de
puta de Allende”. Sin mezclarse directamente en el complot, Washington autoriza
a Korry a que informe que Estados Unidos suspenderá la ayuda al ejército
chileno en caso que Allende asuma el poder. Y qye entenderán perfectamente que
ocurriera un golpe de estado. La poderosa multinacional ITT (International
Telephone & Telegrah Corporation) que controlaba toda la red telefónica de
Chile, contaba entre sus directores a un tal John Mc Cone, antiguo jefe de la
CIA en tiempos de Kennedy y de Johnson. Mc Cone se había puesto en comunicación
con Henry Kissinger. Consejero privilegiado de Nixon, el mismo que presidió el
“Comité de los Cuarenta”, brazo oculto del Consejo Nacional de Seguridad de
Estados Unidos, Mc Cone indicará que la ITT estaba dispuesta a ofrecer una suma
“que puede llegar hasta siete cifras” para impedir que Allende accediera a la
presidencia.
Los
militares que participaron en el complot y los miembros neofascistas del
Movimiento Patria y Libertad no pedían tanto. El coronel Wimert les entregó, en
la noche del 22 de octubre, la suma de 50.000 dólares, metralletas y pistolas
ingresadas ilegalmente al país a través de la valija diplomática de Estados
Unidos, y no registradas en Chile.
. . .
Textos
desclasificados
Informe
sobre las actividades del cuerpo expedicionario de la CIA en Chile entre el 15
de septiembre y el 3 de noviembre de 1970.
El 15 de
septiembre de 1970, se le pidió a la CIA impedir que el marxista Allende acceda
a la presidencia de Chile el 3 de noviembre.
Un cuerpo de
expedicionarios chilenos fue constituido y ubicado tres días después de la
asignación de esta misión. Una red especial de comunicación fue establecida
simultáneamente en Santiago de Chile y en Buenos Aires, Argentina, con el fin
de tratar los cables confidenciales destinados a la fuerza de intervención. []
Esta expedición estaba compuesta por oficiales de la CIA, cuya apariencia,
lengua y experiencia daban la impresión de que se trataba de ciudadanos de
diferentes países. Fueron llammados de sus puestos en el extranjero y
recibieron órdenes directamente de Washington, antes de ser introducidos
individualmente en Chile. En Santiago su único contacto norteamericano era un
oficial de la CIA residente en esa ciudad, que había establecido los lazos con
los intermediarios o con los responsables chilenos interesados en la preparación
de un golpe de Estado. Reconociendo la debilidad de Frei, la CIA concentró sus
esfuerzos en un golpe de Estado militar.
(Antes del
28 de septiembre, la CIA tenía en el país, o en camino hacia Chile, quince
periodistas-agentes de información venidos de 10 países diferentes.)
[…]
Al no
disponer más de los foros habituales para la elaboración y la reanudación de su
propaganda en el territorio chileno, la CIA se valió de sus propios recursos:
– una prensa
subterránea subordinada a la distribución del correo;
– el financiamiento, aún reducido, de un nuevo periódico;
– subvenciones atribuidas a un partido político de oposición a Allende, para transmitir sus programas de radio, su publicidad y organizar sus mítines.
– el financiamiento, aún reducido, de un nuevo periódico;
– subvenciones atribuidas a un partido político de oposición a Allende, para transmitir sus programas de radio, su publicidad y organizar sus mítines.
Los
periodistas norteamericanos, debido a la gran influencia de sus medios de
difusión en el mundo, recibieron instrucciones precisas sobre la cobertura de
los hechos. La portada del Times se basó especialmente en los documentos
escritos y en las indicaciones orales facilitadas por la CIA. [] El 13 de
octubre Allende elevó una protesta oficial: “Somos víctimas de las más atroces
y brutales presiones, tanto dentro como fuera del país.” Acusó en particular al
Times de haber “llamado abiertamente” a invadir Chile.
La acción
política
El programa
de acción política tenía un solo objetivo: hacer que el presidente Frei
impidiera la elección de Allende en el Parlamento, el 24 de octubre. Si esta
artimaña fracasaba, se llevaría a cabo un golpe de Estado militar que impidiera
a Allende tomar el cargo el 3 de noviembre:
En caso que
Frei se presentara para las elecciones, el gobierno norteamericano apoyaría
sustancialmente su campaña presidencial.
El Partido
demócrata cristiano de Alemania del Oeste, que mantenía lazos particulares con
Frei y con otros dirigentes demócratas cristianos de Chile, envía varios
emisarios de alto nivel para apoyar a estos candidatos. []
También se
hicieron grandes esfuerzos para influenciar a Frei y sus allegados:
– católicos
influyentes enviaron mensajes o se desplazaron hasta el Vaticano;
-múltiples presiones ejercidas desde el extranjero por miembros del clero, como así también de profanos, intentaron evitar la victoria de Allende, inclusive antes de las elecciones en el Parlamento.
-múltiples presiones ejercidas desde el extranjero por miembros del clero, como así también de profanos, intentaron evitar la victoria de Allende, inclusive antes de las elecciones en el Parlamento.
El golpe
militar
Poco después
del 3 de octubre, frente a la evidencia de que, desde el punto de vista
político, Frei no existía más que con asistencia respiratoria, el golpe de
estado militar se presentaba cada vez más como la única solución posible al
problema que les causaba Allende. Oficiales del más alto nivel de la jerarquía
militar y varios carabineros estaban dispuestos a actuar a título personal.
15 de
septiembre de 1970. Nota de la CIA sobre el encuentro con el presidente Nixon a
propósito de Chile.
Esta nota
manuscrita, redactada por el director de la CIA, Richard Helms, muestra la
decisión del presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, de preparar un golpe
de Estado en Chile. Las transcripciones de Helms nos remiten a las órdenes
emitidas por Nixon: “Quizás tengamos suerte, una sobre diez, pero ¡salvemos a
Chile! esto vale la pena; a nosotros no nos concierne; tampoco implicaremos a
nuestra Embajada; ponemos a disposición 10 millones de dólares, y más si hace
falta; nuestros mejores elementos, a tiempo completo; ideamos una estrategia:
estrangular la economía; y cuarentiocho horas para planificar una acción.”
Estas directivas presidenciales fueron el comienzo de las grandes operaciones
secretas cuyo objetivo era impedir, a través de un golpe de Estado, la
ascensión de Allende al poder chileno.
16 de
septiembre de 1970. CIA génesis de un proyecto Fubelt.
En esta
fecha, el director de la CIA convocó a una reunión para tratar la situación
chilena. (N.D.L.R.: también estuvo presente especialmente el jefe de las
operaciones secretas.)
El director anunció que el presidente Nixon decidió que el régimen de Allende en Chile no era aceptable para Estados Unidos. El presidente solicitó a la Agencia que impidiera el acceso de Allende al poder o, en caso de que asumiera, procurara derrocarlo. El presidente entrega hasta diez millones de dólares a este efecto. Además, la Agencia deberá lograr esta misión sin coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y ni el Ministerio de Defensa.
Durante la reunión se decidió que M. Thomas Karamessines (subdirector de la CIA) tendría la entera responsabilidad en este proyecto. Y sería asistido por un cuerpo de expedicionarios constituido para ese fin. []
El director indicó que el Dr. Henry Kissinger, consejero del presidente para la seguridad del Estado, solicitó un encuentro, el viernes 18 de septiembre, para que le hagan partícipe de la forma cómo la Agencia planificará la misión.
El director anunció que el presidente Nixon decidió que el régimen de Allende en Chile no era aceptable para Estados Unidos. El presidente solicitó a la Agencia que impidiera el acceso de Allende al poder o, en caso de que asumiera, procurara derrocarlo. El presidente entrega hasta diez millones de dólares a este efecto. Además, la Agencia deberá lograr esta misión sin coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores y ni el Ministerio de Defensa.
Durante la reunión se decidió que M. Thomas Karamessines (subdirector de la CIA) tendría la entera responsabilidad en este proyecto. Y sería asistido por un cuerpo de expedicionarios constituido para ese fin. []
El director indicó que el Dr. Henry Kissinger, consejero del presidente para la seguridad del Estado, solicitó un encuentro, el viernes 18 de septiembre, para que le hagan partícipe de la forma cómo la Agencia planificará la misión.
Departamento
de Estado
Ejecución
del proyecto chileno: ustedes solicitaron un informe sobre el tema.
El 24 de
octubre, la junta anunció que de ahora en más la ejecuciones sumarias no se
llevarían a practica y que las personas halladas en flagrante delito de
resistencia al gobierno serán juzgadas por tribunales militares. Después de
esta fecha, y siguiendo las decisiones de la corte militar, fueron anunciadas
diecisiete ejecuciones. Las ejecuciones oficialmente reconocidas alcanzaron a
una centena en total, a las cuales hay que agregar la muerte de cuarenta
prisioneros por “intento de evasión”. Un informe confidencial interno destinado
a la junta estimó en trescientas la cantidad de ejecuciones por el período del
11 al 30 de septiembre.
Según
nuestras estimaciones, las unidades militares y policiales en el terreno se
conformaban, en su conjunto, con la orden de suprimir las ejecuciones sumarias.
Al menos, el uso relativamente frecuente de una ciega violencia, que marcó las
operaciones de estas unidades en los días subsiguientes al golpe de Estado,
manifiestamente disminuyó hoy en día. Sin embargo, nada indicaba la voluntad de
renunciar a las ejecuciones una vez pronunciada la sentencia.
Los
dirigentes chilenos justificaron estas ejecuciones a través de la instauración
de la ley marcial, al considerase como “en estado de sitio en tiempos de
guerra”. El código de justicia militar autoriza el pelotón de ejecución para
todo un conjunto de crímenes, entre los cuales la traición, la resistencia
armada o la posesión ilegal de armas.
2. La cruzada norteamericana. El choque de las civilizaciones.
Samuel P. Huntington
Samuel P. Huntington
[…] En el
nuevo mundo, los conflictos no serán esencialmente de origen ideológico o
económico. Las causas más importantes de división en la humanidad y los
principales focos de conflicto serán culturales. Los Estados Nación continuarán
teniendo un primer papel en las relaciones internacionales, pero los
principales conflictos políticos mundiales pondrán frente a frente las naciones
y los grupos pertenecientes a civilizaciones diferentes. El choque de
civilizaciones dominará la política mundial.
Occidente
está en la cumbre de su poderío. Al mismo tiempo, y quizás por contragolpe, un
fenómeno de retorno a las raíces se produce en las civilizaciones no
Occidentales. Escuchamos todos los días hablar de un reajuste y de una
asiatización de Japón, de la desvalorización de la herencia dejada por Nehru y
de la rehinduización de India, del fracaso de las ideas occidentales ya sea el
socialismo o nacionalismo, de la reislamización del Medio Oriente, en fin, del
debate sobre la occidentalización o rusificación de la Rusia de Boris Eltsine.
[…] Las
características y las diferencias culturales son menos variables y, en
consecuencia, pueden más difícilmente desaparecer o dar lugar a soluciones
negociadas, como es el caso con aquellas divergencias que surgen de la política
y de la economía.
[…] En fin,
la economía se regionaliza progresivamente. El sector del comercio
intrarregional ha pasado entre 1980 y 1989 de 51 a 59 % en Europa, de 33 a 37 %
en Extremo Oriento y de 32 36 % en América del Norte. La importancia de los
bloques económicos regionales probablemente vaya a crecer en el futuro. De un
lado, el éxito de esta regionalización económica van a reforzar la conciencia
de civilización. De otro lado, la regionalización económica sólo puede lograrse
si está enraizada en una civilización común.
[…]
Simétricamente, una cultura común facilita el desarrollo rápido de las
relaciones económicas, por ejemplo, entre la República Popular de China y Hong
Kong, Taiwan, Singapur, como así también con las comunidades chinas de ultramar
instaladas en otros países de Asia. Con el fin de la guerra fría, las
comunidades culturales van cobrando mayor peso progresivamente mientras las
diferencias ideológicas se debilitan, de modo que China continental y Taiwan se
vuelven a acercar. Si la comunidad cultural es la precondición de la
integración económica, el principal bloque económico extremo-oriental del
futuro tendrá probablemente su centro en China. En efecto, este bloque ya se
está constituyendo.
[…] Los
esfuerzos de Occidente para promover los valores de democracia y liberalismo,
en tanto que valores universales, para conservar la supremacia militar y
defender sus intereses económicos, engendran contrarreaciones de parte de otras
civilizaciones.
[…] El
conflicto entre civilizaciones se produce a dos niveles. En el nivel inferior,
grupos contiguos a lo largo de las líneas de fractura entre las civilizaciones
en lucha, a menudo de forma violenta, para apoderarse de territorios y para
asegurar su supremacia. En el nivel superior, los Estados pertenecientes a
civilizaciones diferentes están en competición en el plano económico y militar,
al disputarse el control de instituciones internacionales y de terceras partes,
y se esfuerzan por promover sus propios valores políticos y religiosos.
[…] De un
lado y del otro, el conflicto entre el Islam y Occidente es visto como un
choque entre civilizaciones. Como lo señala un autor indio de confesión
musulmana, M. J. Akbar, “el próximo adversario de Occidente será ciertamente el
mundo musulmán. En el gran arco de las naciones musulmanas, que se despliega
desde Magreb hasta Pakistán, es donde comenzará la lucha por un nuevo orden
mundial”.
[…] Nada es
más revelador de la intensificación de los conflictos que el discurso
pronunciado por el Papa Juan Pablo II en Kartum, en febrero de 1993, en el cual
denunciaba la política llevada a cabo por el gobierno islamista de Sudán contra
la minoría cristiana en ese país.
[…] “No se
trata de una guerra del mundo contra Irak, sino de una guerra de Occidente
contra el Islam”, declaró Safar Al-Hawali decano de la Universidad de Estudios
Islámicos Umm Al-Qura, en La Meca en una proclamación vastamente difundida en
forma de cassette. Olvidando la rivalidad entre Irán e Irak, el Ayotalá Ali
Khamenei, principal autoridad religiosa iraní, lanza un llamado a la guerra santa
contra Occidente. “El combate contra la agresión, la rapacidad, las ambiciones
y la política norteamericana, será considerada como un jihad y todos aquellos
que mueran en combate serán mártires.” Por su parte, el rey Hussein de Jordania
declaró: “Esta guerra no está dirigida sólo contra Irak, sino contra todos los
árabes y todos los musulmanes”.
[…] Con
respecto a los combates en la antigua Yugoslavia, la opinión pública occidental
demostró su simpatía y su apoyo por los musulmanes de Bosnia, víctimas de
atrocidades cometidas por los serbios. Por el contrario, no suscitaron ninguna
preocupación los ataques dirigidos por los croatas contra los musulmanes y su
participación en el desmembramiento de Bosnia Herzegovina. Cuando comenzó la
disgregación de Yugoslavia, Alemania haciendo prueba de un independencia
diplomática y de una energía poco habitual empujó a los once miembros de la
Comunidad Europea a adherirse a su punto de vista y reconocer a Eslovenia y
Croacia. Por su parte, el Vaticano los reconoció rapidamente, incluso antes que
la C.E. lo hiciera, porque le importaba sobremanera apoyar a estos dos países
católicos. Luego Estados Unidos se alinearon con la posición europea. Así los
principales miembros de la civilización europea hicieron un bloque detrás de
sus correligionarios.
[…]
Occidente es hoy en día la máxima potencia con respecto a otras civilizaciones.
[…] Los
problemas políticos y de seguridad mundial son arbitrados, en efecto, por un
directorio formado por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; los problemas
económicos mundiales los administra un directorio formado por Estados Unidos,
Alemania y Japón.
[…] Las
decisiones tomadas por el Consejo de Seguridad de la ONU o por el Fondo
Monetario Internacional reflejan los intereses de Occidente, presentados al
mundo como reflejo del deseo de la comunidad mundial. Mismo las palabras
“comunidad mundial” son un eufemismo (en lugar de “mundo libre”) destinado a
conferir legitimidad mundial a las acciones que reflejan los intereses de
Estados Unidos y de otras potencias occidentales. A través del FMI y de otras
instituciones económicas internacionales, Occidente promueve sus intereses
económicos e impone a otros países la política económica que juzga correcta.
[…] En
efecto, Occidente utiliza de hecho las instituciones internacionales, el poder
militar y sus recursos económicos para dirigir el mundo de tal manera que pueda
mantener la preeminencia occidental, proteger los intereses occidentales y
promover los valores occidentales, ya sean políticos como económicos.
[…] En el
futuro, el eje central de la política mundial será probablemente retomando la
fórmula de Kishore Mahbubani el conflicto entre “Occidente y el resto del
mundo”.
[…] La
fórmula más visible de esta cooperación es la conexión islamoconfuceana que ha
venido a desafiar los intereses, los valores y el poder Occidental.
[…] Nos
encontramos en presencia de una nueva forma de carrera armamentista entre los
Estados islamoconfuceanos y Occidente.
La
estrategia norteamericana
Dos
documentos del Pentágono, uno bajo la dirección de Paul D. Wolfowitz, el otro
del almirante Jeremia, adjunto del presidente del Comité de Jefes del Estado
Mayor, son bien explícitos. A continuación, cuatro extractos:
– “en
definitiva, el orden internacional está garantizado por Estados Unidos”,
quienes “deben estar preparados para actuar independientemente cuando una
acción colectiva no puede ponerse en práctica o en caso de una crisis que
necesite una acción inmediata.”
– “debemos actuar, en vistas a evitar la emergencia de un sistema de seguridad exclusivamente europeo que podría desestabilizar la OTAN.”
– “La integración de Alemania y de Japón en un sistema de seguridad colectivo dirigido por Estados Unidos.”
– “convencer a los eventuales rivales que no aspiran a tener un papel más importante.” Para lograrlo es necesario que este estatuto de superpotencia único “sea perpetuado por un comportamiento constructivo y una fuerza militar suficiente como para disuadir cualquier nación o grupo de naciones que desafíen la supremacía de Estados Unidos” y éstos “deben tener bien en cuenta los intereses de las naciones industriales avanzadas para persuadirlos de no desafiar el leadership (norteamericano) o poner en duda el orden económico y político establecido.”
– “debemos actuar, en vistas a evitar la emergencia de un sistema de seguridad exclusivamente europeo que podría desestabilizar la OTAN.”
– “La integración de Alemania y de Japón en un sistema de seguridad colectivo dirigido por Estados Unidos.”
– “convencer a los eventuales rivales que no aspiran a tener un papel más importante.” Para lograrlo es necesario que este estatuto de superpotencia único “sea perpetuado por un comportamiento constructivo y una fuerza militar suficiente como para disuadir cualquier nación o grupo de naciones que desafíen la supremacía de Estados Unidos” y éstos “deben tener bien en cuenta los intereses de las naciones industriales avanzadas para persuadirlos de no desafiar el leadership (norteamericano) o poner en duda el orden económico y político establecido.”
Fuentes:
citas de Paul Marie de la Gorce
(Director de la revista Défense nationale
en Le Monde Diplomatique, de abril 1992.
(Director de la revista Défense nationale
en Le Monde Diplomatique, de abril 1992.
3. La cruzada sionista. “¿Hay que preferir Palestina o
Argentina? La Sociedad tomará lo que se nos dé, teniendo en cuenta las
manifestaciones de la opinión pública judía con respecto a esto. Ella tomará en
cuenta una y otra.
Argentina es
uno de los países naturalmente más ricos de la tierra, con una superficie
colosal, con una baja densidad de población y un clima templado. La República
Argentina tendrá gran interés en cedernos un trozo de su territorio. Las
actuales infiltraciones judías han producido, es cierto, malhumor. Por lo
tanto, habrá que explicar a la República Argentina la diferencia esencial de la
nueva migración judía.
Palestina es
nuestra inolvidable patria histórica. Sólo este nombre será un grito de
adhesión poderosamente conmovedor para nuestro pueblo. Si Su Majestad el Sultán
nos diese Palestina, podríamos hacer el esfuerzo de arreglar completamente las
finanzas de Turquía. Para Europa, nosotros constituiríamos una parte de la
muralla contra Asia, nosotros seríamos el centinela avanzado de la civilización
contra la barbarie. Nosotros permaneceríamos, como Estado neutro, en relación
constante con toda Europa, quien debería garantizar nuestra existencia.”
(Théodore
Herzl: L’Etat juif. 1897. Librería Lipschirtz. pág. 94/95)
La
estrategia israelí
Un
testimonio preciso, extraído de un artículo de la revista Kivounim
(Orientaciones) publicado en Jerusalén por la Organización Sionista Mundial
sobre “los planes estratégicos de Israel para los años ochenta”:
“En tanto
cuerpo centralizado, Egipto es ya es un cadáver, sobre todo si tenemos en
cuenta los enfrentamientos cada vez más fuertes entre musulmanes y cristianos.
Nuestro objetivo político, para los años 1980 en el frente occidental, será la
división geográfica de este país en distintas provincias.
Una vez que
Egipto haya sido dislocado y privado de poder central, países como Libia, Sudán
y otros más alejados, conocerán la misma disolución. La formación de un Estado
copto en el Alto Egipto, y en aquellas pequeñas regiones de poco importancia,
es la llave de un desarrollo histórico, actualmente retrasado por el acuerdo de
paz, pero a largo plazo la formación de este Estado será inevitable.
A pesar de
las apariencia, el frente oeste presenta menos problemas que los del este. La
partición del Líbano en cinco provincias anticipa lo que pasará en el conjunto
del mundo árabe. La fragmentación de Siria y de Irak, en regiones determinadas
que se basan en criterios étnicos o religiosos, debe ser a largo plazo un
objetivo prioritario para Israel. La primera etapa será la destrucción del
poder militar de esos Estados.
La
estructura étnica de Siria la deja expuesta a un desmantelamiento que podría
desembocar en la creación de un Estado chiíta a lo largo de la costa, de un
Estado sunnita en la región de Alep, otro en Damas, y también una entidad druza
que podría desear crear su propio Estado quizás en nuestro Golan, en todo caso,
con Houran y el norte de Jordania La creación de un estado de este tipo será
garantía de paz y seguridad para la región. Es un objetivo que ya está a
nuestro alcance.
El Estado de
Irak, rico en petróleo y víctima de luchas intestinas, está en nuestra mira. Su
disolución será para nosotros más importante que la de Siria, ya que es Irak a
corto plazo la más seria amenaza para Israel.”
Fuente:
Kivounin. Jerusalén. N·14, febrero 1982. Pág. 49/59
(El texto
integral, del original en hebreo, está reproducido en mi libro: Palestina,
tierra de mensajes divinos. Ed. Albatros. París 1986, pág. 377/387, y en su
traducción francesa a partir de la pág. 315.)
4. Análisis y juicios
a) Georges Kennan
Georges Kennan, jefe del State Department Planning Staff fue separado por
que se lo consideró como muy “palomo” para el poder. Él había escrito en 1948:
“Nosotros
poseemos alrededor del 50 % de las riquezas mundiales, pero sólo el 6,3 % de
población En esta situación, es inevitable que nosotros seamos objeto de celos
y de resentimientos. Nuestra verdadera tarea en el futuro será desarrollar un
sistema de relaciones de desigualdad sin poner en peligro nuestra seguridad
nacional. Para realizar esto, debemos deshacernos de toda sensibilidad, y dejar
de soñar despiertos. Nuestra atención deberá concentrarse por todos lados sobre
nuestros objetivos nacionales inmediatos. Hoy por hoy, no podemos permitirnos
el lujo del altruismo y de la beneficencia a escala mundial. Por ejemplo, con
respecto a Extremo Oriente, debemos dejar de hablar de objetivos vagos e
irrealizables, como los derechos del hombre, o elevar el nivel de vida y la
democratización de esos países. Francamente, se aproxima el día en que nosotros
deberemos actuar en puros términos de relación de fuerza. Cuanto menos estemos
atados a eslóganes idealistas, mejor será.”
Fuente: Policy
Planning Studies (P.P.S. del 23 de febrero de 1948)
b) Noam
Chomsky
“La política
extranjera de Estados Unidos está concebida para crear y mantener un orden
internacional en cuyo marco las empresas de este país, pueden prosperar, un
mundo de `sociedades abiertas’, lo que significa, sociedades abiertas a las
inversiones fructíferas, favorables a la expansión del mercado de exportaciones
y a las transferencias de capitales, así como a la explotación de recursos
humanos y materiales por empresas norteamericanas y sus sucursales locales. Las
`sociedades abiertas’, en su verdadera acepción del término, son sociedades
abiertas a la penetración económica y al control político de Estados Unidos.
La historia
de América Central y del Caribe, y de otras regiones, demuestran cómo hay que
comprender estas bellas palabras: una forma de captar el apoyo público para las
cruzadas destinadas a defender esta Libertad, esto es lo que verdaderamente
cuenta.
En la
percepción de los gestionarios norteamericanos, el mundo está poblado de
enemigos de esta libertad que buscan limitar el libre ejercicio de nuestro
derecho fundamental de robar y de explotar.”
Fuente: Noam
Chomsky en Ideología y poder. Ed. EPO. pág. 9
Después de
la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos elaboró sus planes geopolíticos:
“Grupos de
estudios del Council of Foreign Relations (por el cual se realiza de forma
privilegiada la influencia del mundo sobre los asuntos de política extranjera)
y el State Department, formularon el concepto de lo que ellos denominan la
`Gran Región’ (Gran Area), que debía ser sometida a los intereses de la
economía norteamericana, y que debía comprender al menos el hemisferio
occidental, el Extremo Oriente y el Antiguo Imperio Británico.
Había que
desarrollarla, en la medida de lo posible, para hacer un sistema global que
comprendiera de todas formas a Europa occidental y las excepcionales reservas
de energía del Medio Oriente, que estaban por lo tanto en vías de pasar a manos
de norteamericanos.”
Fuente: Noam
Chomsky en Ideología y poder. Ed. EPO. pág. 20
c) Detrás de
la cruzada contra el terrorismo
El 5 de
agosto, el presidente William Clinton firmó la Ley de Amato-Kenedy anunciando
que consideraba a Irán y Libia fuera de la ley internacional. Cuando sucedió el
atentado de Lockerbie (contra el avión de compañía PanAmericana, el 20 de
diciembre de 1988) tuvo la astucia de anunciarlo frente a las cámaras de televisión,
junto con los padres y próximos de las víctimas. Hizo responsable a Libia a
pesar de las investigaciones paralelas que desmienten esta versión de los
hechos. Fue bien simbólico, y la ceremonia fue también significativa de la
política que Washington intenta poner en práctica: el terrorismo está designado
como el enemigo supremo, la opinión pública se moviliza sobre este tema y los
países culpables son considerados como enemigos de Estados Unidos; para
comenzar, el arma utilizada contra ellos será la sanción económica y, en la
medida de lo posible, un bloqueo total. Las decisiones unilaterales de
Washington constituyen una clara violación de los principios elementales de la
Organización Mundial del Comercio. La adopción de estas decisiones de la administración
norteamericana es un abandono claro de sus compromisos internacionales. La
lucha antiterrorista a escala mundial constituye uno de los ejes de la política
extranjera del presidente de Estados Unidos y será evocada cada vez que a la
diplomacia norteamericana le haga falta.
La opción
electoral elegida en vista del escrutinio presidencial de noviembre de 1996
fue, ciertamente, la Ley Helms-Burton del 12 de marzo de 1996, que reforzó el
embargo contra Cuba. Esta ley podía tener una fuerte resonancia ante los
400.000 norteamericanos de origen cubano que votan en el estado de Florida. No
obstante, Robert Dole rival republicano de William Jefferson Clinton, no perdió
una sola ocasión para ir más allá en cuanto a las intenciones antiterroristas
de su adversario, denunciando como “flojo” el comportamiento de la
administración demócrata, con respecto a Cuba como a Irán.
El gobierno
norteamericano presenta, hoy en día, al terrorismo como el objetivo a combatir
y eliminar, y ofrece del mismo un panorama global y sistemático pero
deliberadamente esquemático y teatral. “El terrorismo será una de las amenazas
más significativas dirigida contra nuestra seguridad en el curso del siglo
veintiuno”, dijo el presidente Clinton en vísperas de la reunión que lo llevara
a la presidencia, el 30 de julio de 1996, ante los ministros de asuntos
extranjeros y del interior de los G7. Este tema fue desarrollado periódicamente
en un informe publicado por el Departamento de Estado, que hizo un balance de
las actividades terroristas en el mundo y definela política norteamericana a
este respecto.
De su
lectura surgen tres puntos esenciales: los terroristas no son más que
criminales y, en consecuencia, ningún acuerdo de ningún tipo deberá hacerse con
ellos; deberán ser perseguidos hasta que sean condenados rigurosamente;
deberemos ejercer una presión masiva y permanente aplicando en forma draconiana
medidas políticas, diplomáticas y económicas, y en caso de fracasar recurrir a
otros medios contra los Estados que protejan a los terroristas, los armen, los
subvencionen y los utilicen.
En esta
aproximación categórica, ningún contexto social, nacional, regional o mismo
político y militar será tomado en cuenta. En marzo de 1996, The Economist
cuestionó: “El terrorismo no es un fenómeno simple, ni bien demarcado, ni obra
de niños malos que todos nosotros queremos condenar. ¿Quién es o quién no es
terrorista? ¿El que pone una bomba suicida, el guerrillero rebelde, el frente
de liberación, las Fuerzas Armadas de un Estado?”. En todo caso, esta concepción
de la administración Clinton quiere prevalecer y pretende ser objetiva. De
cierta manera, presenta su política como una nueva fase de lucha del bien
contra el mal, en nombre del cual pretende movilizar el resto del mundo
alrededor de sus elecciones y de sus análisis. Si no se inspiran de una simple
preocupación electoral, los verdaderos objetivos que persiguen no obedecen
tampoco a esta visión ideal de bien. Nada más significativo que la lista de
Estados designados como particularmente culpables de mantener el terrorismo:
Irán, Libia, Sudán. Piénsese lo que se piense de sus regímenes y de sus
actividades exteriores por cierto, muy diferentes en los tres casos
evidentemente se trata de países donde los cambios políticos finalizaron, de
una manera o de otra, con las empresas que Estados Unidos controlaba
anteriormente. Tal fue el caso de la revolución de 1969 en Libia que provocó el
desmantelamiento de las bases angloamericanas sobre su territorio; el
derrocamiento en 1985 de la dictadura del presidente Nemeiry en Sudán,
particularmente asociada a la política norteamericana en la región; y la caída
de 1979 del régimen de Chah, sobre el cual Washington ejercía una especie de
protectorado.
Igualmente,
fueron reveladoras algunas ausencias en esta lista, como por ejemplo Irak, que
se encontraba pero fue retirada en el momento de la guerra entre Irak e Irán,
cuando el presidente Saddam Hussein se aproximó significativamente a Estados
Unidos. Estos deciden apoyarlo y restablecer sus relaciones económicas y diplomáticas
con Bagdad. Igualmente Siria, que se encontraba siempre en la lista de Estados
sospechosos de colaborar con el terrorismo, cuando en estos últimos años no
estuvo de ninguna manera implicada, sino que por el contrario representaba una
interlocutor mayor en las negociaciones de paz en el Cercano Oriente; e Israel,
finalmente, donde los servicios especiales fueron a mùenudo los encargados de
matar a los adversarios fuera de sus fronteras. Estos ejemplos son suficientes
para demostrar que la campaña antiterrorista de Estados Unidos se inscribe
antes que todo en el marco de la política extranjera norteamericana y que le
sirve de pertexto.
En los
últimos meses, la Casa Blanca dio a esta cruzada una dimensión internacional
espectacular, primeramente con la conferencia de Charm el-Cheikh, el 13 de
marzo de 1996, al día siguiente de los atentados de Jerusalén y Ashkelon y en
la víspera de la crisis israelo-libanesa, durante la reunión cumbre de jefes de
Estado y de los gobiernos de los siete países más ricos del mundo, en Lyón, en
el mes de junio. Improvisada, la conferencia de Charm el-Cheikh se comvocó a
toda prisa para reforzar al candidato Shimon Peres, entonces primer ministro,
en vistas de las elecciones previstas en Israel, algunas semanas más tarde. A distintos
niveles, todos los gobiernos participantes querían concurrir y suscribieron
naturalmente a las declaraciones antiterroristas a que fueron sometidos. Pero
el presidente Clinton quiso aprovechar la situación para señalar especialmente
a Irán como el responsable del terrorismo en la región, de conformidad con las
afirmaciones repetidas por el gobierno israelí. Pudimos, en esa ocasión,
verificar que la diplomacia norteamericana, bajo la bandera de la lucha
antiterrorista, reconstruía para su provecho una coalición análoga a la de la
guerra del Golfo, dirigida esta vez contra Irán, que Estados Unidos consideró
como su enemigo privilegiado, como había hecho con Irak seis años antes.
La etapa de
Lyón fue aún más significativa. Como en Charm-elCheikh, el presidente Clinton
quiso hacer de la cuestión del terrorismo el tema esencial de la cumbre de los
G7, el 28 de junio de 1996. De nuevo, la República Francesa se opuso para
evitar que fueran minimizados o dejados de lado otros temas propuestos.
Washington le ganó a París. Al final de una cena, que reunió a los siete jefes
de Estado y de gobierno, logró que se adoptara por unanimidad una declaración
sobre el terrorismo. Este documento, condenando naturalmente el terrorismo como
“desafío mayor para el conjunto de nuestra sociedad y de nuestros Estados”,
aludía particularmente al atentado del 25 de junio de 1996 contra la guarnición
norteamericana de la base saudita de Khobar, calificada como “acto bárbaro e
injustificable”. Este documento expresaba la “total solidaridad” de los
firmantes con Estados Unidos y Arabia Saudita. Con eso los miembros del G7 se
pronunciaron implícitamente en favor del mantenimiento de los dispositivos
militares norteamericanos en el Golfo. Sin embargo esto, lo sabemos bien, fue
tenazmente combatido por todas las fuerzas sociales y políticas que juzgaban
inaceptable la intervención en la región, en cuanto era incompatible con la
independencia de su país. De nuevo, el episodio es revelador del propósito
estratégico que recubre la campaña antiterrorista orquestada por la Casa
Blanca, pero también de su aptitud para obtener el apoyo de sus colaboradores.
Como quiera
que sea, la ausencia de toda condenación explícita y nominal manifestaba
estruendosamente las reservas, e incluso la hostilidad suscitada por la
política norteamericana con respecto a los países que señala como culpables del
terrorismo. Los Estados europeos rápidamente se negaron a conformarse a las
exigencias de la ley de Amato-Kennedy, así como con Canadá a ordenar a las
empresas someterse a las prohibiciones previstas por la ley Helms-Burton contra
Cuba. Sin embargo, esta resistencia no debería ser sobrestimada, Europa no
adoptó ninguna medida de represalia y la intención fue más bien la de reducir
las divergencias y evitar todo lo que pudiese aparecer como el inicio de un
ciclo de represalias financieras y comerciales.
Sólo algunas
horas después de la firma de la ley de Amato-Kennedy, por parte del presidente
Clinton, el portavoz del Departamento de Estado, Nicholas Burns, puso directamente
en acusación los intereses franceses en Irán, declarando que “En el futuro
debemos castigar a las empresas que toman el lugar de Conoco (la compañía
norteamericana) y obtienen un contrato que hubiese sido beneficioso para esta
compañía norteamericana.” Con amenazas de este tipo, es de temer que las
empresas europeas, aún si invocan la no retroactividad de la ley de
Amato-Kennedy y las consignas de sus gobernantes, tengan miedo de recibir
represalias norteamericanas en el futuro si intentan realizar proyectos de
inversiones y de desarrollo en Irán y en Libia, de donde provienen el 20% del
aprovisionamiento de carburante para la Unión Europea. Por el contrario, países
como China u otros de Extremo Oriente serían menos sensibles a semejantes
presiones.
La campaña
antiterrorista llevada a cabo por Estados Unidos casi siempre designa a un
enemigo principal: el islamismo radical, contestatario y aún revolucionario,
del cual ven la raíz y el ejemplo en Irán. Esta acusación, de ahora en más casi
exclusiva, no corresponde sin embargo a a la heterogeneidad de los actos
terroristas en sí mismos. Nada tuvieron que ver los iraníes en el atentado del
19 de abril de 1995 en Oklahoma, sino que se trataba de un grupo de extrema
derecha; ni tampoco en el caso del 9 de octubre de 1995 contra un tren
Miami-Los Angeles, reivindicado por un grupo autonominado “los hijos de la
Gestapo”; ni en el del 3 de abril de 1996, donde un doctor en matemáticas,
Theodore Kaczynski, recurría a la práctica de colocar bombas en envíos postales;
o menos aún el caso de los Freemen que, en la primavera de 1996, resistían a la
policía en su granja en Montana. Esto no quita que, para Norteamérica, cierto
islamismo es el principal inspirador y actor del terrorismo.
La oposición
a las fuerzas políticas y a los Estados que se presentan como derivados de una
concepción integrista del Islam, por otro lado no constituyen de manera alguna
una constante o una tradición en la política norteamericana, sino todo lo
contrario.
Cronológicamente,
Estados Unidos se asentó en el Cercano Oriente vía Arabia Saudita, donde los
intereses petroleros fueron preponderantes entre las dos guerras mundiales;
después, Washington jamás dejó de ser el socioprivilegiado de este Estado, que
es, aún hoy, uno de los más rigurosos islamistas del mundo. También protegen
estrechamente la dictadura del presidente Jaafar El Nemeiry en Sudán, quien fue
el primer ministro en el continente africano en querer aplicar la “charia” a
toda la legislación del país. Y además eligió como socio esencial en el
sudoeste de Asia al régimen del presidente Zia Ul Haq. Sin olvidar que Estados
Unidos alienta, instruye y arma las organizaciones que en Afganistán se
opusieron al régimen mantenido por la Unión Soviética, basándose en el
islamismo más radical e integrista (los Talibanes).
Cometeríamos
un grave error al subestimar la influencia de estas confabulaciones en el
desarrollo de las actividades terroristas de estos últimos años, y en primer
lugar las consecuencias de la guerra de Afganistán.
Alrededor de
15 mil hombres provenientes de 10 países fueron a combatir al lado de las
organizaciones islamistas afganas. Se entrenaron en el mismo campo y se
impregnaron de la misma ideología. A fin de cuentas, constituyeron muchas
organizaciones destinadas a actuar en otros teatros de operaciones, y que
guardaron entre sí lazos más o menos estrechos.
Egipto fue
el primer campo de acción de uno de estos grupos: organizaron el asesinato del
presidente Anouar El Sadate, después el del presidente de la Asamblea nacional,
Rifaat El Mahjoub, en septiembre de 1990, finalmente el asesinato del escritor
Farag Foda, el 8 de junio de 1992. Sus hombres se replegaron, parece ser, en
territorio sudanés, antes de atravesar periódicamente la frontera. Uno de sus
dirigentes es Mohamed Chawki El Islambouli, hermano de Khaled El Islambouli, el
asesino de Anouar El Sadate.
Encontramos
en Argelia lazos con Afganistán. La primera organización islamista clandestina,
el Movimiento Islámico Armado, tuvo como jefes a, primero, un antiguo
combatiente en Afganistán, se trata de Tayeb El Afghani, que atacó el puesto
fronterizo de Guemmar en noviembre de 1991, y después Mourad El Afghani, quien
dirigió el asalto contra el almirantazgo de Argelia; Kamreddine Kherbane y Hajj
Bounoua, quienes tomaron como base Francia.
Igualmente,
desde el monte afgano proviene el principal responsable del moudjahidins de
Bosnia, Abou El Maadi. Su cuartel general está en Zénica y sus tropas han
estado largo tiempo incorporadas al tercer batallón de la milicias bosnias
musulmanas. El financiamiento de estos últimos fue asegurado por varios países
musulmanes, sobre todo de Arabia Saudita, cuyo soberano en persona entregó al
presidente Alija Izetbegovic, en su viaje a Riyad, 40 millones de dólares, a
los que se agregarán 43 millones más provenientes de los emires del Golfo. Casi
2.500 hombres llegaron también de Afganistán hacia Bosnia, vía Albania, en el
momento de los más duros enfrentamientos entre musulmanes y croatas.
La presencia
de los grupos islamistas armados en Bosnia causó ciertamente muchas
dificultades, a tal punto que una de las disposiciones consecutivas a los
acuerdos de Dayton, hablaba sobre el retiro de este grupo. Lo cual no quita que
estos grupos siguen permaneciendo en Bosnia, donde disponen de impresionantes
reservas monetarias.
Más allá de
estos episodios significativos del carácter aleatorio y también equívoco de la
política norteamericana con respecto al fenómeno terrorista, la hostilidad de
Estados Unidos hacia el Islamismo, considerado como el generador del
terrorismo, está guiada por las consideraciones políticas y estratégicas ya
conocidas: la voluntad de derribar o al menos de debilitar el régimen iraní; la
confrontación del Hamas palestino y el Hezbollah libanés, comprometidos ambos
en un combate paralelo contra Israel. En el discurso antiterrorista en
Washington es importante reconocer el instrumento de estas elecciones.
Extracto del
artículo: “última cruzada de Clinton contra el terrorismo ”, redactado
por Paul-Marie de La Gorce en Le Monde Diplomatique. febrero 1995. p.15
d) Dom
Helder Camarra
El arzobispo
de Olinde y de Recife (Brasil) explica este problema de manera decisiva, en su
libro Espiral de la violencia, en nombre del primer continente que había
sufrido más que otros la opresión colonialista, distinguiendo tres tipos de
violencia:
1.- la
violencia institucional, que impone a multitudes la injusticia de condiciones
de vida inhumana;
2.- la violencia revolucionaria, que se dirige contra la primera;
3.- la violencia represiva que, al servicio de la primera, destruye la segunda.
2.- la violencia revolucionaria, que se dirige contra la primera;
3.- la violencia represiva que, al servicio de la primera, destruye la segunda.
La
hipocresía consiste en llamar violencia sólo a la segunda.
Los pueblos
colonizados, después de cinco siglos, y los europeos, bajo la dominación
hitleriana, han conocido la impostura que consiste en confundir bajo el nombre
de terrorismo lo que en realidad es la resistencia a la opresión y a los
crímenes más sórdidos.
Teniendo en
miras una nueva dominación mundial, los dirigentes norteamericanos y sus
cómplices retoman el mismo lenguaje.
e) Las
Naciones Unidas y la Pax Americana
“Preservar
las generaciones futuras de la calamidad de la guerra que, dos veces en la
duración de una vida humana, ha infligido a la humanidad indecibles
sufrimientos.”
Tal es el
preámbulo de la Carta de las Naciones Unidas decretada en 1945 por los
vencedores de la guerra mundial provocada por la Alemania de Hitler.
Para
establecer y mantener un orden de paz internacional, la Carta a establecido
tres principios:
Los Estados
son todos soberanos (Artículo 2-1)
Los diferendos deben ser resueltos por los medios pacíficos (Artículo 2-3)
En consecuencia, recurrir a la fuerza está prohibido (Artículo 2-4)
Los diferendos deben ser resueltos por los medios pacíficos (Artículo 2-3)
En consecuencia, recurrir a la fuerza está prohibido (Artículo 2-4)
La
Organización de las Naciones Unidas, instrumentada para la aplicación de la
Carta, fue construida bajo el modelo teórico de las democracias occidentales,
según la presunción arrogante de su universalidad.
Pero de este
modelo, cuyo carácter universal es primeramente imperialista, el sistema
dispuesto presenta una desviación de peso, ya que el poder ejecutivo,
constituido por el Consejo de Seguridad, comprende cinco miembros inamovibles
beneficiarios de un exorbitante poder. Esto pone en evidencia el extremo
opuesto del principio democrático: ni los abusos de poder, ni las faltas,
pueden ser sancionadas.
A fin de
cuentas, jueces y partes de la oportunidad de decisiones por las cuales están
comprometidas las naciones del mundo, los cinco miembros permanentes disponen
de un poder arbitario.
En estas
condiciones, el control de las decisiones de los cinco miembros permanentes del
Consejo de Seguridad por los miembros que componen la Asamblea de las Naciones
Unidas, es totalmente ficticio.
De la
arbitrariedad al totalitarismo, la puerta esta permanentemente abierta sólo a
los miembros poderosos: los Estados Unidos que ya no están hoy en día sometidos
al contra poder de la Unión Soviética.
Totalitarismo
particularmente evidente en la utilización abusiva de los embargos, decretados
según cálculos norteamericanos, en función de sus intereses políticos,
comerciales y demagógicos.
Ahora bien,
el embargo es el tipo de medida que viola la Carta de las Naciones Unidas. En
efecto, la Carta prohibe expresamente recurrir a la amenaza y a la fuerza
contra la independencia política de todos los Estados.
¿Qué otros
objetivos que la evicción de los dirigentes políticos puede haber en los casos
siguientes:
Corea del
Norte, bajo un embargo desde 1951;
Cuba, desde 1962;
Irak, desde 1991;
Libia, desde 1992;
Sudán, desde 1995?
Cuba, desde 1962;
Irak, desde 1991;
Libia, desde 1992;
Sudán, desde 1995?
En un mundo
dominado por la tiranía económica de los occidentales, el embargo medida de fuerza
y de violencia económica es el modelo moderno del bloqueo.
Con la
diferencia de que el derecho de guerra que se deriva de convenciones
diplomáticas internacionales sometía el bloqueo a reglas estrictas, relativas a
su notificación y a su efectividad.
Popr el
contrario ¿qué constatamos en la práctica norteamericana de los embargos, a
través del ejemplo de Irak?:
Este Estado
satisfizo todas las exigencias del Consejo de Seguridad, y no obstante, el
levantamiento del embargo fue dilatado bajo nuevos y falaces pretextos
impuestos por la administración Clinton para impedir el retorno del petróleo
iraquí al mercado.
Recordemos
que, con respecto a la ventas de armas, los mejores contratos han sido
concertados por los occidentales gracias al embargo sobre el armamento
decretado durante la guerra entre Irán e Irak, sabiamente sostenido durante más
de nueve años.
Contratos
clandestinos, no sometidos abiertamente a la competencia, no fiscalizados,
mejor pagados por razones de las penurias que la población sufre a causa del
embargo, son los más buscados por las firmas occidentales.
Los pueblos
rehenes, con el fin de provocar la rebelión contra sus dirigentes y un terreno
propicio para concretar mejores contratos comerciales, tales son las
características del embargo.
“Nuestros
intereses están por todos lados donde estén los recursos que nos sean útiles”
decía la doctrina Monroe, presidente de Estados Unidos de Norteamérica; puesta
al día, la pax americana se ha vuelto “La moral política está allí donde están
nuestros intereses económicos”.
La Carta de
la ONU no era más que un bello discurso, en el cual Hiroshima inmediatamente ha
demostrado el artificio mentiroso
En realidad,
el mantenimiento de la paz vista desde Estados Unidos de Norteamérica es
primeramente el mantenimiento del Orden, si es necesario, por la fuerza y en
ciertos casos poniendo como rehenes a los pueblos con aplicación de embargos,
sin hablar de los bombardeos contra inocentes, el acto más injusto.
Isabelle
COUTANT PEYRE
A CONTRA
NOCHE , n. 1, febrero de 1999 : La cruzada de los asesinos , p 38-55