Luis Miguel Modino, 10/02/2014: http://blogs.periodistadigital.com/luis-miguel-modino.php/2014/02/10/helder-camara-un-hombre-universal
Helder Cámara, un Hombre Universal
A continuación muestro la traducción de la Conferencia de Eduardo Hoornaert, con ocasión del 105 aniversario del nacimiento de Don Hélder Cámara en Recife, Brasil, el pasado 7 de febrero de 2014.Cada año queda más claro que las dimensiones de la figura de Hélder Cámara ultra pasa las funciones que él ocupó en la vida, específicamente la función de arzobispo de Olinda e Recife. Cada año se resalta más su valor universal, más allá de la diócesis, de la Iglesia de Brasil, del catolicismo y hasta del cristianismo en general. El primero a ver esto, hace 15 años, fue el escritor y dirigente comunista francés Roger Garaudy. En el libro “Hélder, el Don” editado por la editora Vozes en 1999 y coordinado por Zildo Rocha, él escribe textualmente: “Mi primer encuentro con Don Hélder fue el momento más importante de mi vida” (pag. 29). No se escribe una frase de esas sin pensar. Ella resume una vida entera. Él explica: “en 1967, estaba participando de un encuentro en Ginebra y, en el intervalo de una de la sesiones, alguien me buscó para decirme: un arzobispo le espera en el pasillo. Era Hélder Cámara, que en seguida tomó la palabra y le propuso al dirigente comunista un pacto: tú dices a los comunistas que religión no es alienación y yo digo a los católicos que el socialismo no es algo condenable. En uno de sus escritos, Hélder Cámara comentó ese momento con las siguientes palabras: “yo sentía que en lo esencial Roger Garaudy y yo pensábamos de la misma manera”. ¡Un arzobispo católico y un dirigente comunista piensa de la misma manera! ¿Eso no es señal de universalismo? Y el texto de Garaudy termina con las siguientes palabras: “Gracias a Don Hélder Cámara, el musulmán que soy y el marxista que no dejé de ser, consideran a Jesús el eje central de mi vida” (pag. 31)
Garaudy et Helder Camara à Récife en 1969. "Le début d'une amitié sans fin" |
Ese episodio muestra que, ya en 1967, Hélder Cámara era capaz de trascender el cargo que ejercía para ver un horizonte más amplio, el de la humanidad como un todo. El mismo Roger Garaudy, en uno de sus libros, había soltado un grito, dirigido a las Iglesias cristianas: “Devuélvannos a Jesús: Él nos pertenece”. Jesús es del mundo, no de las Iglesias. Y pienso que por detrás del encuentro entre él y Héder se puede oír un grito parecido, dirigido a la Iglesia católica: Devuélvannos a Hélder Cámara, Él nos pertenece.
Es el grito silencioso del Movimiento Sin Tierra extendido sobre el ataúd de Don Hélder el día de su entierro.
No, no podemos encerrar a Hélder Cámara en nuestras instituciones. Como discípulo fiel de Jesús de Nazaret, Hélder Cámara pertenece al mundo. No es bueno que sus mensajes queden apenas circulando dentro de una determinada organización. Jesús y Hélder, pájaros de vuelo libre, que no pueden quedar presos en una jaula, por dorada que sea.
Puede parecer un tanto atrevido lo que digo aqui, pero corresponde perfectamente a lo que nosotros, sus colaboradores, presenciamos diversas veces en la convivencia con Helder Câmara. Personalmente trabajé durante casi 17 años con él, desde su toma de posesión en 1964 hasta mi salida del clero en 1980. Siempre tuve la impresión de que la iglesia era para él un trampolín para la sociedad. Un escenario, un micrófono, una pantalla de TV, una difusora. Eso es tan cierto que la publicidad fue su mayor escudo contra las amenazas de muerte que recibía. No le mataron porque se temía la repercusión de la muerte de un obispo famoso. Escapó por la publicidad en vez de huir en la clandestinidad.
Quiero comentar con vosotros que en una determinada ocasión él realmente nos sorprendió. Una tarde, parece que fue al principio de los años setenta o final de los años sesenta, él nos llama para el Palácio dos Manguinhos. Unos veinte padres, mas o menos. Allí él comienza a decir que la iglesia católica no tiene a proyección que merece: el mundo oriental tiene a Gandhi, los Estados Unidos tienen a Martin Luther King, pero la iglesia católica no tiene ninguna figura que represente lo que ella está realmente haciendo en este momento. Quedé sin saber lo que pensar de esas palabras, pues en aquel tiempo yo no tenía capacidad de percibir el real alcance de ellas. Pensé: él está comparándose a Gandhi y Martin Luther King, eso es mucho atrevimiento. Sólo después de su muerte en 1999, llegué a comprender el real alcance de la comparación de aquella tarde en los Manguinhos. Hoy, entiendo que Helder Câmara efectivamente figura como un símbolo universal, comparable a Gandhi, Martin Luther King y, para hablar en los terminos de hoy, Mandela. Son personajes que por así decir delinean figuras que representan lo que hay de más humano en el pensamiento de una época, cultura, continente, país, agrupamiento humano. Son figuras universales, ya separadas de la trayectoria concreta de sus vidas. Ellas se vuelven símbolos universales: independencia y verdad (la Satyagraha de Gandhi), superación del racismo (Mandela), opción por el pobre (Helder Câmara). Hoy veo claramente que, en aquella tarde en los Manguinhos, Helder no estaba afirmando su personalidad, sino revelando una profunda intuición política, una visión del amago de las cuestiones. Si, en aquella época, la desenvoltura con que Helder habló de grandes figuras de la historia me causó cierto espanto, era, en el fondo, porque en aquel tiempo yo no tenía la madurez para pensar en Helder Câmara. Sólo conseguí pensar en Don Hélder. Y fue eso, al final, que me impidió descubrir la grandeza de sus colocaciones.
Continuemos por unos instantes con la comparación entre Gandhi, Mandela e Helder Câmara, de esta vez en términos de estrategia de acción. Gandhi fue el maestro, él avanzó la idea de la no-violencia activa como una estrategia que escapa al círculo vicioso de la dialéctica entre acción y reacción, situación y cabreo, dominación y insurrección, o sea, para hablar en términos helderianos, de la ‘espiral de la violencia’. En las conferencias entre representantes de India e de Inglaterra, Gandhi repetía: la independencia de la India no es sólo buena para los hindús, sino también para los ingleses. Con eso, él se mostró capaz de mirar para más allá de las fronteras de la India e de compartir los sentimientos ingleses. En eso, se mostró universalista. Mandela aprendió eso con Gandhi. De inicio se adhirió a movimientos violentos, lo que le costó 27 años de prisión, pero con el tiempo aprendió que la superación del apartheid en Sudáfrica no era algo bueno sólo para los negros, sino también para los blancos. En ese punto, Helder Câmara se mostró igualmente discípulo de Gandhi cuando nos decía, muchas veces: ‘no se trata de vencer, sino de convencer’. En sus circulares él repetía: la reprobación de los métodos de tortura y represión violenta no es sólo provechosa para la población, sino también para los militares. En la época, muchos no entendían esa postura aparentemente frágil por parte del arzobispo y esperaban de él posturas de confrontación abierta. Querían, sin saber, que él se metiese en el círculo vicioso de la espiral da violencia, pero Hélder tenía leído los evangelios y estaba convencido del principio supremo del amor al enemigo, no siete veces, sino setenta veces siete. Em eso, él seguía Jesús como Gandhi seguía los antiguos maestros hindús.
Podemos avanzar un poco más y decir que Helder Câmara levantó una bandera más difícil de sujetar que las de Gandhi y Mandela. Em su libro ´La espiral de la violência’, de 1978, él describe tres tipos de violencia: la institucional, la revolucionaria y la represiva. La novedad está en la descripción de la primera violencia, generadora de las demás: la institución de sociedades basadas en la injusticia y, por tanto, en la violencia. Aquí Helder va más allá de Gandhi y de Mandela y ataca un problema que subyace a todos los demás: la pobreza como consecuencia de la violencia institucional. El libro ‘La espiral de la violencia’ muestra que la opción por el pobre es la gran novedad en el escenario mundial de los años setenta, algo más profunda y más compleja que la opción por la descolonización o por la valorización de la raza negra. Es una opción que exige un análisis continuado y siempre actualizado de la sociedad.
Hoy muchas de las ideas helderianas comienzan a difundirse en el mundo y en la iglesia. El papa Francisco puede ser llamado de helderiano. Pero el programa trazado por Helder Câmara es muy exigente: Cuando doy una limosna a un pobre, me llaman santo, quando pregunto porque él es pobre, me llaman comunista.
Estas últimas palabras expresan una exigencia muy grande, mejor, un desafío para todos nosotros.
No puedo terminar sin esclarecer que no quiero decir que está errado quien continuar hablando de Don Hélder, nuestro querido Don. En mi charla sólo quise realzar que Helder no necesita del Don para ser grande. No se trata de desvalorizar o ‘secularizar’ al querido Don. A primera vista, tenemos la impresión que decir ‘Helder’ es disminuir ‘Don Helder’. Pero eso es apenas una impresión. Lo que importa es que la memoria de Helder sea un espacio universalista en el corazón del mundo y recuerde la vocación universalista que todos nosotros cargamos con nosotros. Para más allá de la iglesia, del cristianismo y mismo de las minorías abrahámicas, en dirección a las minorías de espíritu abrahámico esparcidas por el mundo entero.